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Martes, 08 Julio 2025 20:04

Libres de toda dominación extranjera

Escrito por Román Giménez

El 9 de julio nos deja como enseñanza la lucha por la defensa de nuestra nación y su soberanía, contra aquellos que quieren ofrecerla al mejor postor, como en ese entonces y como ahora.

El 9 de julio de 1816 se declaraba la Independencia de Las Provincias Unidas en el Congreso de Tucumán. Momento central de la historia Argentina, donde junto a la revolución de Mayo de 1810, marcan el comienzo de nuestra nación independiente, donde nos declaramos libres de toda dominación extranjera. Por eso es una fecha para celebrar, conocer cómo fue y sacar las enseñanzas que nos permitan pensar qué país tenemos y queremos, tomando esas lucha por un país independiente y soberano que defina su propio destino sin la determinación de las potencias extranjeras.

El punto de partida fue la revolución de Mayo de 1810, que tuvo centro en Buenos Aires pero que rápidamente se fue expandiendo a las distintas provincias que conformaban el, por entonces, Virreinato del Río de la Plata. Una revolución que tuvo como protagonista al pueblo, que se organizó en milicias populares y luego en ejércitos, movilizados por la necesidad de liberarse de la opresión española que mantenía la esclavitud, a los originarios oprimidos, a los campesinos arruinados y en la miseria, a los criollos trabajadores en la pobreza y al resto de los criollos si derechos democráticos. A los más ricos también, en ese momento, les molestaba el monopolio comercial que mantenía España, porque no podían comerciar con otro reino que no sea España como intermediaria.

Este pueblo, poco a poco, fue tomando protagonismo y madurando la posibilidad de liberarse de España desde las invasiones inglesas de 1806 y 1807, dónde la gente se sumó a las milicias populares que lucharon contra el invasor. Esas milicias van a ser el germen político que va a discutir la idea y la necesidad de una revolución en Independencia, ideas que ya existían hacía varios años en el virreinato, de ahí irá creciendo hasta llegar a mayo de 1810.

El 25 de Mayo se depone al virrey Cisneros y se conforma la Primera Junta, que va a ser el primer gobierno patrio, y desde ahí se va a expandir la revolución al resto de las provincias, con la adhesión de la gran mayoría, salvo donde los realistas tenían el poder. Este proceso revolucionario se transformó en una guerra para expulsar a los realistas que duró casi 10 años. En el proceso de esta lucha muchos fueron los avances y retrocesos que hubo.

Desde la revolución en 1810, podríamos decir que el frente revolucionario estaba dividido en dos grandes corrientes. Por un lado, la corriente más revolucionaria que encabezaba Moreno dentro de la Primera Junta, junto a Belgrano y Castelli que conformaban con otros lo que se podría llamar “el partido de la revolución”, corriente con la que se identificaba Artigas. Este grupo, que se organizaría en la Sociedad Patriótica fundada y organizada por Bernardo de Monteagudo en 1812 luego de la muerte de Moreno, quería llevar la revolución a una esfera social y económica en donde los originarios, las mujeres, los criollos y demás sectores de la población tengan mayores derechos. Belgrano decía de no exportar solo cueros sino de fabricar y vender, en referencia a crear una gran industria nacional independiente de las potencias imperiales de ese momento, con la tierra repartida entre los campesinos garantizando alimentos para el mercado interno, los ríos con una navegación libre para las provincias pero controlada para el comercio exterior; Belgrano hablaba muy mal de las deudas externas, diciendo sobre ellas: “Los rivales de un pueblo no tienen medio más cierto de arruinar su comercio que el tomar interés en sus deudas públicas”. También Moreno hablaba ya de formar una república democrática con poderes divididos, hablaba de incluir a los pueblos originarios, a los "parrilleros" como se llamaba a los sectores pobres, no solo en el derecho sino en el hecho de repartir la tierra, de generar condiciones para la producción.

Había otra corriente que representaban Saavedra, Alvear y Rivadavia, expresión de los sectores terratenientes mercantiles, que si bien fueron parte de la revolución por su necesidad de sacarse de encima el poder colonial español, no estaban de acuerdo con las reformas sociales que la gente venía exigiendo y por lo que habían peleado y que los revolucionarios como Moreno y Belgrano demandaban. Su mayor interés era garantizar la exportación de los cueros y la carne principalmente con Inglaterra que venía siendo el mayor comprador a nivel mundial. Por eso vacilaban y especulaban al ritmo de lo que les decían los enviados de la corona británica, que ya desde las invasiones pretendían la poseción de estás colonias. Esta corriente fue la que va a gobernar en los primeros tiempos de la revolución después que se disuelvan las juntas, en un poder unipersonal en Buenos Aires. Luego de que 1811 muera Moreno, Castelli caiga muy enfermo y Belgrano vaya a hacerse cargo del Ejército del Norte para continuar la guerra contra los realistas.

Hay un cambio cuando arriban a Buenos Aires un grupo de jóvenes rioplatenses formados en Europa, que venían con ideas revolucionarias dispuestos a pelear por la independencia, entre ellos se encontraban San Martín y Marcelo T. de Alvear. San Martín se sumará a la Sociedad Patriótica fundada por Bernardo de Monteagudo, revolucionario muy importante para la lucha por la independencia y la estrategia continental que se llevará adelante, mientras tanto Alvear se arrimará cada vez más a las posiciones inglesas de no declarar la independencia. Inclusive Alvear siendo director supremo, cuando se restaura el poder de la monarquía española en 1815 envía una carta al embajador inglés en Brasil que decía:

Estas provincias desean pertenecer a la Gran Bretaña, recibir sus leyes, obedecer a su gobierno y vivir bajo su influjo poderoso. Ellas se abandonan sin condición alguna a la generosidad y buena fe del pueblo inglés y yo estoy resuelto a sostener tan justa solicitud para librarlas de los males que las afligen.

Las juntas formadas para gobernar se van a diluir hasta que llega a conformarse un directorio unipersonal. Los directores supremos pertenecían a esta última corriente. En el momento del Congreso era director supremo Pueyrredón. Así se llega a Tucumán bajo el gobierno de Pueyrredón como director supremos, sin mucha intención de declarar la independencia por una parte de las élites criollas, o de retrasarla lo más posible, pero con la presión de la corriente revolucionaria ahora encabezada por San Martín, que ya instalado en Mendoza preparaba el cruce de los Andes. Participaron congresales de algunas de las provincias que conocemos hoy en la Argentina: Buenos Aires, Catamarca, Córdoba, Jujuy, La Rioja, Mendoza, Salta, San Juan, San Luis, Santiago del Estero y Tucumán, pero también participaron provincias del Alto Perú, lo que hoy es Bolivia: Chichas, Charcas y Mizque. Esto tiene que ver con que pertenecían también al Virreinato del Río de La Plata, junto a otras zonas como Chile, Paraguay, la Banda Oriental (Uruguay) y el Alto Perú (Bolivia); y lo que se buscaba, o por lo menos una parte de los revolucionarios como San Martín en su plan continental, o Bernardo de Monteagudo que ya lo había escrito unos años antes, era la independencia de todo el virreinato e inclusive la integración de toda la América española en una sola nación.

No fueron incluidas en el congreso las provincias del litoral: Entre Ríos, Santa Fe, Corrientes, Las Misiones y La Banda Oriental, que ya un año antes habían declarado la independencia en el Congreso de Oriente comandado por Artigas, que se realizó en la provincia de Entre Ríos, en Arroyo la China, hoy concepción del Uruguay, formando la Liga de los Pueblos libres, a la que por un tiempo también se sumó Córdoba.


Artigas envía una carta a Pueyrredón en medio de la discusión de la independencia diciendo que ya un año antes las provincias del litoral habían declarado la independencia y que de permitirlo tenían intenciones de reclamarlo ante el Congreso, carta que no fue respondida. No buscaba la separación del resto de las provincias del Virreinato, sino que Artigas quería declarar la independencia ante la lentitud del directorio de Buenos Aires que especulaba al ritmo de lo que marcaba la corona Inglesa, con esta declaración de buscaba presionar, pero también pretendía sumar a las provincias a una Nación Confederal. En Paraná, Eusebio Hereñú declaró la adhesión a la Liga y nombró a Artigas su Protector.


En el Congreso de Tucumán se va a discutir la forma de gobierno sin haber declarado la independencia y se propone que había que elegir un monarca europeo para que nos gobierne o devolver la corona a España; después, en una intervención de Belgrano la discusión de la forma de gobierno pasa a segundo plano. La declaración era urgente para San Martín, que escribía al congresal mendocino Godoy Cruz:

¿Hasta cuándo esperamos nuestra independencia? ¿No le parece a usted una cosa bien ridícula acuñar moneda, tener el pabellón y cocarda nacional y por último hacer la guerra al soberano de quien dependemos? ¿Qué relaciones podremos emprender cuando estamos a pupilo? Los enemigos, y con mucha razón, nos tratan de insurgentes, pues nos declaramos vasallos.

Acá está puesta la necesidad de la declaración de independencia desde donde el Ejército de los Andes se para para llevar la liberación al resto de las zonas del imperio español, armas y soldados para el Ejército de los Andes. Y también los juegos que el directorio hace para simular una independencia sin declarar y mantener las relaciones con España. El acta de la declaración de independencia va a afirmar que somos libres de España, de su monarquía y todos sus sucesores. Pero en una sesión secreta por orden de San Martín se agrega "y de toda dominación extranjera", lo que pone un freno a las intenciones de entregar la Patria a los imperios extranjeros. Además, la declaración habilitaba presupuesto para armas y soldados para el cruce de los Andes, clave para que fuera posible terminar con la dominación española en América.


El 9 de Julio nos deja como enseñanza la lucha por la defensa de nuestra nación y su soberanía, contra aquellos que quieren ofrecerla al mejor postor, como en ese entonces y como ahora en repetidas oportunidades hizo el gobierno de Milei diciendo que “el mejor recurso para defender la soberanía es reforzar nuestra alianza estratégica con Estados Unidos”, quienes en varias oportunidades han afirmado que pretenden el litio, los recursos mineros y las aguas raras de nuestro país. A esos intereses nos somete Milei.


Además, crece el brutal endeudamiento con nuevos préstamos, que se pagan con el ajuste a los jubilados, los trabajadores, la educación, la salud y la industria nacional, mientras que los especuladores extranjeros pueden fugar miles de millones de dólares engordando sus ganancias. El oro que estaba en el tesoro nacional fue a parar a las arcas Británicas sin una justificación. La apertura indiscriminada de importaciones y la no inversión en la industria nacional atenta contra está y el trabajo, el RIGI también es una muestra de cómo los monopolios extranjeros tienen luz verde para venir a especular a costa nuestra.


Se profundiza la entrega de nuestro Río Paraná y nuestros recursos. Así podríamos seguir mencionando cosas. El resultado: crecimiento de la pobreza, la desigualdad y el hambre, la miseria y sufrimiento para nuestro pueblo. Pero esta fecha nos demuestra que los cipayos no son solo los de antes sino que ahora están en el gobierno. También nos demuestra que podemos luchar y transformar nuestro país en una nación libre e independiente de cara a las necesidades de nuestro pueblo, no a los intereses de los imperialismos y los traidores que gobiernan para ellos. Entendiendo que sin contar los lazos con los imperialismos es imposible una nación libre que termine con sus flagelos.

 

(Román Giménez es profesor de historia y Secretario de la Juventud Comunista Revolucionaria)

 

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