El más imperfecto de todos los dioses. El más D10S de todos los argentinos. Tan único como simple y tan simple como irrepetible. Tan contradictorio como ninguno, y tan fiel a los humildes como solo vos podías serlo.
Jugaste como nadie, pero eso no fue lo único. Quedaste tatuado en mi piel y en centenares de miles de las pieles más curtidas y sufridas, y en algunas que nunca sabrán lo que es transpirar por trabajar. Siempre, pero siempre enfrentaste al poder y eso no solo no se olvida, sino que no se negocia. Como la pelota.
Hablaste mucho. Mucho no es demasiado. Te equivocaste como todos y todos, y quizás un poco más. Pero siempre fuiste de frente. Y diste marcha atrás muchas veces, pidiendo perdón como pocos.
Nos dejaste mil frases. Nos hiciste reír como en los asados de los amigos.
Siempre hablaste en contra de las drogas, jamás hiciste apología. Que jugador hubiese sido si no me hubiese drogado, nos dijiste a todos.
Llorabas delante de todos como un hombre, en un mundo donde los hombres no lloran en público. Y nos hacías llorar en público hasta a los pelotudos que no lloramos en público.
Humillaste a los ingleses cuando los pibes de Malvinas aun eran pibes, y eso es eterno. Único. inolvidable.
Estas colgado en la pared de chapa del ultimo ranchito del lugar más pobre de la Argentina. Pero también en la pared de cemento del lugar más cheto del mundo mundial, con los rulos prepotentes, la redonda en la zurda y la celeste y blanca inmortalizada.
Feliz cumple. Dicen que los eternos no se van nunca. Por ahí es verdad. Pero yo te extraño como a pocos.
(*) Tomado del muro de Facebook del escritor Ariel Olivieri
Publicado por Río Bravo el 30 de octubre de 2023