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Martes, 23 Junio 2020 05:15

Memoria y perspectivas para construir soberanía pedagógica

Escrito por Río Bravo

A 39 años de la unificación del sindicalismo docente en la provincia de Entre Ríos, en ocasión de la constitución de AGMER, desde la Seccional Paraná de Agmer y la Escuela de Formación Susana "Peta" Acevedo (Agrup. Rojo y Negro 1° de Mayo de Agmer), produjeron un documento colectivo de reflexión sobre las particulares condiciones en que los y las docentes buscan construir alternativas y soberanía pedagógica en este momento.

Recuperando la historia, del sindicato y del rol de los y las trabajadores de la educación en la defensa de la escuela pública, analizan el presente y proyectan caminos a seguir.

A continuación, el documento completo.

¿Para qué sirve un sindicato docente?

A 39 años de la unificación del sindicalismo docente en la provincia de Entre Ríos, en la Asociación Gremial del Magisterio, es indudable que la presencia de AGMER en el espacio público es fuente de transformación real, para nombrar un modelo de sindicalismo que está al frente de la defensa de la Escuela Pública. Herederos de largas luchas por mejores condiciones de trabajo, la disputa por reivindicaciones de agenda concreta se fue completando con una clara visión política: luchar por los derechos colectivos, ser parte de las disputas del pueblo, ocupar el rol de trabajadores, dejando de lado la visión de apóstol, para compartir la impronta de ser maestros y maestras del pueblo.

Al sindicato AGMER lo construimos las y los docentes con miles de esfuerzos. Es nuestro, porque a fuerza de debate y compromiso colectivo, llevamos adelante una de las mecánicas de democracia construida con la participación, los acuerdos y el disenso, con la representación de las minorías en un hecho casi inédito a nivel país.

La impronta mayor es, sin duda, lo que llamamos con fuerte orgullo la militancia docente, que se traduce en una gran participación a través de agrupamientos y grupos que completan la vida del sindicalismo no solo en el debate cotidiano, sino en la profunda lucha de renovación pedagógica.

Hoy, en el transcurso de la pandemia, con sus diferentes fases de aislamiento, vemos con mucho orgullo el enorme esfuerzo de miles de docentes y familias de estudiantes para llevar adelante un proceso de conocimiento, priorizando los vínculos.

Y justamente porque nuestra fuerza es el vínculo y la responsabilidad social hecha compromiso de amor con la escuela pública, es que queremos compartir estas pinceladas de experiencias en los diferentes niveles y modalidades, con algunas reflexiones de integrantes de la Escuela de Formación “Susana Peta Acevedo”.

La escuela que es conocimiento y comida (Fabiana Cogno)

Tres meses de trabajo en la no presencialidad, (y no hablo de virtualidad porque nuestros gurises en el 90 % no tienen conectividad), números fríos que no hablan de cuerpos vulnerados por la pobreza y la desigualdad abrumadora, que llegan a la puerta de las escuelas donde está el comedor, su única comida diaria, en los cuales con 30 pesos diarios hay que hacer malabares para brindar una comida que llene la panza, pero que no alcanza a nutrir. Ninguna estadística que soliciten las direcciones de nivel contempla las panzas vacías, el frio que cala los huesos en las casas precarias y la frustración de esos gurises que no logran entrar al mundo de las escuelas virtuales para unos y no para ellos, nuestros niños y no tan niños. Además de ser vulnerados por una sociedad injusta, en estos 3 meses han perdido el único lugar donde la posibilidad de aprender era, es y será real, el maestro es ese nexo, el que iguala las posibilidades. En este contexto el vínculo con las familias más desfavorecidas es el directivo que desde el 20 de marzo está en la escuela brindando contención. Se fortaleció el vínculo con la comunidad, sí, pero se perdió lo más valioso que tiene nuestra escuela pública, los lazos, los afectos y el aprendizaje cooperativo, colaborativo que se da en las aulas con el docente y con otros. Las panzas vacías y las desigualdades no entienden de estadísticas y números fríos, entienden de vulnerabilidades y nulas posibilidades de aprender.

Los caminos de la ruralidad. (Natalia Guerreiro)

En la ruralidad no podemos ni hablar de conectividad, porque los padres y madres que tienen datos en sus celulares, no tienen señal; así que se llega de otras maneras: hacemos cuadernillos semanales, que en realidad, para poder tener continuidad relevamos cada 2 o 3 días, hay padres que se acercan a la escuela, padres que esperan se los acerquen a la casa y otros que los esperan en su casa pero debes dejarlos en la tranquera porque tienen miedo. Las consultas de lo que no entienden, generalmente la hacen los niños porque sus padres o madres no pueden ayudarlos, muchos no pudieron ir a la escuela y los que fueron, aprendieron todo de otra manera, desde cómo dividir hasta la alfabetización ha sido diferente y hoy les dificulta para poder acompañar a sus hijos. La clase que le tengo que dar a mis alumnos, en realidad se la doy a los padres cuando buscan los cuadernillos, al otro día devuelvo lo que ellos me trajeron, hago las aclaraciones de las devoluciones y hacen las consultas.

Solo evaluamos el alcance y las devoluciones que tuvimos, de acuerdo con lo que mandamos, lo formativo y lo procesual lo podremos evaluar al volver, hoy es imposible. No creo que podamos hablar de procesos, yo puedo ver los procesos de manera directa, pero en esta situación, de quién es el proceso ¿del niño o del adulto que lo ayuda?

Estamos dejando el cuerpo y el alma en hacer el mejor de los trabajos, con la menor, por no decir nula, formación que hemos recibido para esto, hacemos magia, malabares, dejamos que familias enteras habiten nuestra intimidad, nos desvelamos pensando en ese que no está, que no aparece y al que salimos a buscar. Cuando esto pase, la escuela deberá ser diferente, los modos de enseñar y de aprender son los primeros en transformarse, porque ya empezaron a recorrer ese camino, lo que sigue será la manera en que medimos esos procesos.

Los gurises del campo extrañan la escuela porque ese es el único lugar de esparcimiento, es el único lugar donde muchos pueden ser realmente niños, jugar, encontrarse con otro, con un par, charlar de cosas de niños y verse como niños y no como trabajadores rurales. La escuela les brinda la oportunidad de poder ser niños. En el campo, el esparcimiento es en la escuela, no hay otra.

La palabra de aliento (Raquel Franco)

Aquí en esta zona, una parte urbana y otra rural, no hay docente que no exprese angustia por aquel niño o niña o adolescente que no contesta, que no se conecta, que no envía sus trabajos, etc. Cada caso es diferente, se llama uno por uno, se le acercan las actividades impresas, para que no se queden sin nada a quienes no cuentan con conectividad, Muchos no cuentan con los dispositivos tecnológicos adecuados o con el espacio físico para hacer su tarea. Y quienes tienen todo esto, igualmente necesitan de ese vínculo irremplazable que se establece con el docente y con sus pares. Por eso es fundamental darles una palabra de aliento y decirles de alguna manera que estamos cerca, que, aunque no nos veamos y no podamos ir a la escuela, pensamos en ellos y los queremos, la escuela es el único lugar de socialización y contención con el que contamos.

La dura realidad (Ignacio González Lowy)

Pocas veces se evidencian tanto las diferencias sociales y los contextos como en este marco de aislamiento social, pandemia y virtualidades diversas. ¿Qué posibilidad de armar algo para mandar por wsp o correo tiene un/a pibe que comparte cuarto con varios más, que no tiene conexión o que, si en la casa hay un celu con datos, tiene que servir para el estudio de varios y no alcanza, y si llegan a tener papel y birome para arrancar, lo que no tienen es un espacio físico y la tranquilidad necesaria para sentarse a pensar en "la tarea"....
En cada experiencia docente narrada se destaca la voluntad de buscarle la vuelta, de no quedarnos de brazos cruzados, de no hacer "como si" pudiéramos seguir normalmente como si nada pasara, pero a la vez sabiendo que hay que seguir, que no podemos "no estar" presentes de algún modo allí para nuestros/as alumnos/as.

La escuela secundaria que se repiensa en tiempos de pandemia y para después (María José López Ortiz)

Mirando en retrospectiva estos tres meses y algo más, ha sido un tiempo de mucho aprendizaje colaborativo, con etapas emocionales muy diversas que pasaron de la desesperación por enviar contenidos, el cansancio de editar documentos, la explosión de los grupos de whatsapp con el equipo de conducción reformulando estrategias porque "en quince días no volvemos a la escuela como habíamos pensado".

Luego vino la angustia por el silencio de parte de estudiantes cuyos envíos por mail no llegaban, y el envío de mensajes y llamados telefónicos individualizados para ver cómo están, qué hacen, si recibieron el material, si pudieron hacer algo, etc, etc.

Después de dos envíos de material, fue necesario insistir en la adecuación y reformulación de las propuestas, trabajar cuidadosamente con cada profe la significatividad de la actividad que enviaba, la extensión, el formato, el lenguaje y los recursos elegidos. Cada mínimo detalle cuenta, cuando la pantalla de un celular es el único elemento de mediación entre estudiante y docente.

Porque en nuestra escuela optamos por elaborar propuestas propias, con todo lo que significa en trabajo y esfuerzo, pero no nos satisfizo un cuadernillo nacional descontextualizado para nuestra comunidad, con todas las carencias que tiene (materiales y de contención social).

Ha sido un tiempo que puso en evidencia que a la escuela la sostienen los y las docentes, simbólica y materialmente, porque no sabemos de dónde sacar el dinero para pagar internet ahora que el kiosco no funciona, porque lo recaudado para el mate se tuvo que invertir en fotocopias de los materiales para aquellos y aquellas estudiantes que no tienen celular para hacer las actividades y no pueden pagar un juego de copias porque en la familia se trabaja de changas y hasta que se empezaron a flexibilizar actividades, fue realmente difícil para muchas de estas familias.

Ha sido un tiempo de repensar la evaluación y de que todo lo que se viene diciendo y escribiendo hace más de 10 años sobre evaluación formativa, en proceso, etc. etc...hoy es momento de ponerla en práctica sin excepción, porque la calificación numérica no refleja nada más que una escala construida artificialmente que reproduce desigualdades porque no tiene en cuenta los contextos. Eso ya lo sabíamos, pero mientras no cambien las estructuras del sistema de calificación y promoción, nos siguen obligando a poner un número cada tres meses y sacar un promedio que pretende reflejar si un estudiante sabe o no sabe. Si después de elaborar cuidadosos informes de evaluación formativa tal como nos pide la resolución 2005 del CGE, volvemos a la escala del 1 al 10 como única herramienta de validación de aprendizajes, es que no sirvió de mucho todo esto.

Ha sido un tiempo de repensar todo, las prácticas docentes, la evaluación, el rol de la escuela, las responsabilidades del Estado. Y entre reunión y reunión virtual que tenemos semanalmente con el equipo y por Ciclo y con el Consejo Institucional, seguimos pensando, para que cuando volvamos a encontrarnos en la presencialidad, muchas cosas no vuelvan a ser como antes.

El desafío del aula virtual como recurso para enseñar y aprender. Reflexiones desde el Nivel Superior (Fabiana Coronel)

"...Creo que el uso de ordenadores en el proceso de enseñanza aprendizaje, en cambio de reducir, puede expandir la capacidad crítica y creativa de nuestros niños y niñas. Depende de quién usa a favor de qué y de quien y para que (…)." Paulo Freire (1999)

Resulta paradójico pensar que en el NIVEL SUPERIOR en la provincia tenemos actualmente plataformas y nodos virtuales que se fueron instalando en los IES años después de la creación desde del INFD ( a partir del 2007) . Hoy nos interpela a partir de la pandemia el uso de las mismas para expandir la capacidad crítica y creativa, el pretendido aprendizaje ubicuo y las TIC como un desafío.

Sin dudas que previamente intentamos, y digo así porque hubo un grupo de docentes que se capacitó para ensayar los primeros pasos con las TIC, a través de los postítulos del INFD, durante los ciclos 2016 al 2018.

Pero la gran mayoría de los profesores que se desempeñan en los IES, no han recibido la capacitación en servicio necesaria para desarrollarse en los espacios virtuales.

En la actualidad el aprendizaje pedagógico, el contexto escolar y el saber pedagógico se encuentran en una encrucijada, las dificultades que enfrentamos permiten poner en tensión todo lo que conocemos sobre nuestro sistema educativo y las respuestas que podemos brindar. Sin duda estamos en un momento de gran excepcionalidad que nos lleva a revisar y adecuar “todo lo conocido” para afrontar este nuevo contexto. Nos resulta indispensable repensar los formatos que están establecidos en las escuelas, en nuestras aulas, con nuestros estudiantes, los denominados "nativos digitales".

¿Cómo generar propuestas de enseñanza significativas en la modalidad virtual?

"Una clase virtual no pretende reproducir una clase presencial"

Un desafío importante hoy es: poder llegar a todos los jóvenes, "nuestros gurises", como docentes del NIVEL SUPERIOR contamos con historia, capital social, político, simbólico más que importantes para generar y refuncionalizar los formatos que hoy están presentes. Se intenta a través de todos los recursos tecnológicos y la modalidad virtual que posee la INSTITUCIÓN página, aulas, facebook y que poseen docentes y estudiantes: teléfonos y netbook, correos electrónicos, whatssap.

Permitirnos en estos momentos en el NIVEL SUPERIOR, además de continuar con las luchas, como lo son la necesidad de una norma única, espacios propios (la mayoría de los IES comparten edificio), más capacitación y actualización en servicio, sumarle para dejar de percibir las desigualdades en esta nueva forma de reiniciar la escuela, "la conectividad como derecho" para todos y en todos los niveles.

La fuerza docente (Teresita Gómez)

Estamos transitando todos por el mismo camino sinuoso, con altibajos en las emociones, con avances y retrocesos, con ajustes y reajustes a la hora de planificar en cómo acercarnos a nuestros gurises. Sin dudas, que hemos llegado a ellos, de otra manera, simbólicamente, a través de las clases virtuales, de los trabajos, de un correo, de un mensaje de texto, de un video, pero sabemos que están pendientes, atentos a lo que la escuela tendrá preparado para ellos. Están los que lógicamente se encuentran cansados, aburridos, angustiados… lo normal para este tiempo que nos toca vivir. Los que están pasando necesidades y los que sufren en silencio.

A los docentes sin dudas les sucede lo mismo. De a ratos más o menos creativos, de a ratos más o menos entusiastas, de a ratos más o menos conectados, pero nunca olvidando su trabajo como educadores. Y hacia ellos va esta reivindicación. Desde el primer día de esta cuarentena nos invadió la curiosidad de saber cómo seguíamos con las clases, “¿y los chicos?”, “¿cómo planificamos?”, “¿Cómo evaluamos?”, “¿cómo estarán?”;

¿Cómo llegamos a ellos?”

Las escuelas se organizaron para no perder ese vínculo pedagógico, improvisando, aprendiendo y desaprendiendo en muchas ocasiones. Pero llegamos a ellos. Sabemos y conocemos la historia de cada uno. Pero hasta aquí también podemos llegar porque hay otras instituciones que están o deberían estar acompañando a los estudiantes y familias más vulnerables. ¿Estarán siendo realmente acompañados?

Las escuelas conocen muy bien el contexto en el que trabajan. Siempre lo han sabido y esto preexiste a la pandemia.

Aún en este tiempo se vive en el constante forcejeo entre lo que se piensa y se diseña desde las instituciones del estado que las dirigen…a partir de lo que se supone pasa dentro de ellas y lo que efectivamente acontece en las escuelas. Pues, es de esperar que, en este tiempo de incertidumbre, que se dilata en una posta quincenal, también se encuentren presentes en la ausencia. Y siguen llegando tarde con los lineamientos, siguen llegando tarde al discurso de inclusión y a los índices tolerables de estudiantes con conectividad.

Las escuelas, los docentes que bien conocen a sus estudiantes ya están organizados, trabajando colectivamente (con aciertos y errores, con marchas y reveses) pero seguimos estando, seguimos aprendiendo aún en esta nueva adversidad que se nos presenta. Educando, enseñando, comprometidos, indignados ante las mismas condiciones laborales de siempre, pidiendo ser escuchados. ¿Cuántas veces han consultado a los docentes? Muchas, muchísimas; pero ¿cuándo han tomado y aplicado las ideas que emanan de las escuelas?

Destaco la autonomía pedagógica de las escuelas que no esperan a que les digan que hacer. Destaco a cada uno de nuestros docentes, siempre de pie, ¡siempre presentes!

Reflexiones finales

Entonces, ¿para qué sirve un sindicato docente si no es para resignificar todo esto que nos pasa como colectivo de trabajadores y trabajadoras de la educación y generar a partir de allí alternativas más inclusivas, soberanas y dignas?

Construir soberanía pedagógica es tremendamente difícil, pero la experiencia cotidiana nos muestra que muchas y muchos docentes la están haciendo y practicando, intentando transformar la realidad que les tocó.

Nuestra herencia de 39 años como trabajadoras y trabajadores de la educación organizados, nos permite seguir transitando este camino de luchas y reivindicaciones.

Hoy nos toca repensarnos en esta crisis mundial, civilizatoria, social, donde la educación y las condiciones de trabajo docente parecerían peligrar ante tanta virtualidad. Pero sabemos que nada reemplaza la escuela pública, sus vínculos, la construcción de ciudadanía crítica que allí que se gesta y la oportunidad de transformación social que ella genera.

Apostamos a la soberanía pedagógica y luchamos por un sindicato que la promueva.

Publicado por Río Bravo el 23 de junio de 2020.

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