Algunos amigos se prendieron con la recuperación de la historia, que es un excelente ejercicio que deben hacer los pueblos para no repetir errores. Pero por culpa de los que siguen borrando las páginas con el codo, de los que editan el pasado para quedar bien parados en el presente, acá estamos de vuelta, velando otro pibe que se fue antes de tiempo.
La gran obra de teatro “Muerte accidental de un anarquista”, de Darío Fo, inspirada en un obrero ferroviario, fue lo primero que se me vino a la cabeza. Literatura que no puede dejar de mirar de reojo lo que nos pasa. En eso estamos. Dicen que la realidad supera a la ficción, y un gran amigo mío dice que la historia se repite una vez como tragedia, después como farsa, y finalmente como reality show.
¿Hasta cuándo podía durar la careta pseudo/cuasi/truchi progresista? Moyano quiso tapar con barba, lo que Madonna Quiroz anticipó con balas. Los Kirchner quisieron tapar con frases y gesticulaciones ampulosas, el enriquecimiento ilícito durante la dictadura y la complicidad bien remunerada con el menemismo. Y pensar que a la usura, la condena Aristóteles 300 años antes de Cristo. ¡Si seré tonto! Acá en la Argentina tenemos “banqueros comunistas”. Somos los inventores de todo.
Pero entonces llegó el barrabrava, manejando su 38, ¿y saben lo que pasó?, ¿y saben lo que pasó? El verso se terminó. No se puede poner huevos en todas las canastas. Con Pedraza y con Yasky, con Hebe y con Menem.
La forma de desentrañar estas madejas, que son como la masa de una tarta cuando la sacamos anticipadamente de la heladera, es con la máxima hegeliana. Apariencia y Esencia. Sólo los intelectuales estáticos y los zurditos con cafeína se rinden a las palabras. No se puede comer consonantes, ni podrán las vocales cambiar el mundo como quiso el Che. ¿Y los dígrafos? Tampoco.
Un disparo barrió todas las endebles construcciones discursivas: el nacionalpopulismo que paga la deuda externa, la distribución del ingreso con jubilados financiando plasmas, el peronismo que gobierna por Twitter y se agacha ante el imperialismo. BLUFF, BLUFF, BLUFF.
Otro que tambaleó es el “fantasma de la derecha”. Este personaje creado por las plumas oficialistas, que era el cuco Macri y sus secuaces disfrazados a lo Oscar Wilde, ahora se vende al mejor postor. Dicen que el “fantasma de la derecha”, trabaja para todas las derechas, incluida la del kirchnerismo. Anticipemos las jugadas de ajedrez. Ahora van a decir que en el Gobierno están en pugna la derecha K, contra la izquierda K. ¿La masacre de Ezeiza 2010? Ese podría ser el reality show de la historia argentina. Cristina será zurda, y Néstor será derecho. BLUFF, BLUFF, BLUFF.
Los ojos se me fueron mucho pa’ Buenos Aires, pero era inevitable. Acá tenemos comediantes de primera también. Adán Bahl (en su papel de Batman) mandó a los chicos a los colegios desiertos, el día después de la muerte de Ferreyra. Eso es nacional, popular y entrerriano. Y más vale que Patronato levante un poco en la tabla, porque sino se viene “el fantasma de la derecha”, que juega de 9 en Unión de Santa Fe, y se pudre todo. Busti lo puso a Urribarri, como Duhalde a Kirchner. Y después me hablan del pasado. Estos muñecos no resisten un archivo de una semana.
Se me termina el tiempo y el espacio. No creo en Dios, ni en Buda, ni en San Benito ni en la reencarnación de San Palermo, pero estoy seguro de que Mariano Ferreyra no murió en vano. Le dará nombre a agrupaciones, como Kosteki, Santillán, Teresa Rodríguez, y tantos otros. Será fuente de inspiración para jóvenes que, con aciertos y errores, siguen creyendo que hay que dar vuelta la tortilla para que los pobres coman pan. Y, hablando de tortilla, si la carne cuesta un huevo, y matan obreros, no me rompan más las pelotas con este gobierno.