Desde el préstamo de la banca Baring Brothers en el SXIX, y hasta casi mediados del SXX, la dependencia del imperio británico fue un vergonzoso lastre. Las manifestaciones de cipayismo llegaron al summum con el Pacto Roca Runcimman. A comienzos de los 30’, escudándose en la crisis financiera, los ingleses anunciaron que sólo comprarían carne a los países del Commonwealth. Alarmada, nuestra oligarquía sólo pudo atinar a conceder todo lo que Gran Bretaña exigiera. Así, el estado argentino liberó los impuestos a las mercaderías inglesas; se comprometió a no habilitar frigoríficos de capitales nacionales y creó el Banco Central con un directorio compuesto por varios funcionarios de los piratas imperiales.
En el SXXI, la definición de la alianza estratégica con China, por parte del gobierno kirchnerista, se parece mucho a un nuevo estatuto legal del coloniaje. "Espero sinceramente podamos concretar muchos negocios que consoliden a nuestros países como una gran alianza estratégica", dijo la presidente en julio del año pasado a funcionarios y empresarios chinos. Estaba expresando con palabras lo que en los hechos se había implementado desde la presidencia del extinto, quien alentó el cultivo de soja desplazando al trigo y otros granos, a las verduras y las frutas.
Antes de ese discurso, en abril, los chinos habían restringido la compra de aceite de soja argentino; así bloqueaban negocios por valor de 2.000 millones de dólares. El carácter dependiente de la política económica K los llevó a hocicar y conceder todo lo que China exigiera. Terminamos comprando carrindanga ferroviaria por 9.500 millones de dólares y abriéndole la puerta a la empresa CNNC (China), para que pueda ofertar en la licitación para construir una nueva central nuclear en Argentina.
El imperialismo chino
Somos un país disputado por distintas potencias. Que existan naciones imperialistas no nos convierte a nosotros automáticamente en dependientes. Para someter a los pueblos, los imperialistas necesitan el ariete de clases sociales y grupos económicos que estén a su servicio.
Los británicos contaban con la oligarquía rastacuero que no tembló al afirmar con acento catamarqueño que "la Argentina es una de las joyas más preciadas de la corona de su Graciosa Majestad”. En 1949, un gobierno de burguesía nacional con apoyo obrero y popular, como fue el de Perón, declaró la independencia económica y estableció una serie de medidas en ese camino. El golpe de la fusiladora atentó contra las ansias de independencia y, de la mano del Lanussismo, comenzó el “social”imperialismo ruso a tener injerencia en la Argentina. Más tarde, contó con Gelbard y, en la dictadura, con Martínez de Hoz. En los ‘90, Menem estableció las relaciones carnales con los yanquis.
El kirchnerismo es un gobierno de burguesía intermediaria. Fundamentalmente expresa a los monopolios petroleros; pero también representa a grupos que explotan la minería, grandes empresas pesqueras, sectores de capital financiero y pooles sojeros. Desde el control del Estado favorece la penetración imperialista. El propio Néstor Kirchner se encargó de aclarar varias veces que su modelo es el coreano (o sea: ni soñar con nacionalizaciones).
No sólo en el gobierno nacional cuenta china con personeros, como Zannini y Moreno. Además tienen caballos de Troya instalados en varios gobiernos provinciales; dentro de los cuales, Saiz, el radical K, es abanderado. “Hay que vender Río Negro”, dijo convencido su ministro de Producción, Juan Accatino. Peor que vender la provincia, se la están regalando. Entregaron a China unas 20.000 has de tierra, la mina de hierro en Sierra Grande, el puerto que se encuentra en el predio de la mina, y siguen las ofertas. En diciembre en ese puerto se embarcaron rumbo a China unas 54.000 toneladas de concentrado de hierro extraído de la mina de Sierra Grande.
Al mismo tiempo, los chinos ponen huevos en nidos que no son del oficialismo: también apoyan a China algunos opositores como Patricia Bullrich (CC), Jesús Rodríguez (UCR), Samuel Cabanchik (Proyecto BA), Gustavo Ferrari (tropa de De Narváez). Finalmente, fuera del gobierno, gozan de los favores de empresarios y lobbystas como Franco Macri, Eurnekián, Carlos Ávila, Julio Werthein y Spadone (todos ellos con línea directa a la Rosada). "No quiero contar la cantidad de soja que estamos vendiéndoles a los chinos porque se trata de una cantidad tremenda", dijo Werthein cuando acompañó al entonces canciller Rafael Bielsa a la gira por Oriente. Aquello ocurría en 2003; la soja sigue avanzando al compás del desalojo de los campesinos y pueblos aborígenes y China es el principal comprador del “yuyito”.
El comercio con China
En una de las últimas grandes operaciones de 2010, la Sinopec (China Petrochemical Corporation) puso 2.450 millones de dólares y se hizo propietaria de la Occidental, de capitales estadounidenses. Con esa operación, la Sinopec pasó a ser la tercera productora de crudo y la séptima de gas en la Argentina.
La balanza comercial es favorable a China. En 2009 nos compró por 3.600 millones de dólares y nos vendió por 4.800 millones. La relación les resulta sumamente ventajosa. De acá se llevan soja, aceite, minerales, petróleo, tabaco, maderas, biodiesel, frutas. Se les entrega puertos, tierras fiscales para producir, agua para riego. Y ellos nos venden bienes con alto valor agregado.
Su economía en 2010 creció un 10,3%; luego de superar a Japón, China pasó a ser la segunda potencia mundial. Produce 17,50% del PBI mundial, frente al 18,60 que representa la producción de Estados Unidos. El bloque que integra junto con Brasil y Rusia alcanzó el 31% del PBI mundial. Sus inversiones en el extranjero llegan a 48.000 millones de dólares.
Además, es el acreedor más grande del mundo: Estados Unidos le debe 800.000 millones de dólares. En 2010 concedieron préstamos externos por más de 2 billones de dólares, lo que da un promedio de 1500 dólares por ciudadano chino.
Se hacen evidentes algunas asimetrías en la relación que no es tan “bi” - lateral como se pretende.
La China está cerca, vaticinaba la película de Marco Bellocchio en 1967, cuando aquél país se encontraba en plena Revolución Cultural Proletaria. Para la Argentina está cada vez más cerca; pero no en la calidad que anunciaba Bellocchio, sino como capitalismo voraz, superexplotador e insaciable. Y nosotros, con un Estado puesto a su servicio.
Publicado por Río Bravo, el jueves 27 de enero de 2011.





