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Lunes, 26 Enero 2015 22:12

Tanto relato les iba a hacer mal

Escrito por Ignacio González Lowy

 

En esta columna, realizada desde este ardiente verano entrerriano, lejos del corazón de la SI y de las torres de Puerto Madero (donde conviven tantos funcionarios del gobierno y tantos de sus hostigadores como si fuese una zona neutral), es imposible que agreguemos datos a la catarata de información que en estos últimos ocho días estuvimos intentando procesar.

Pocas cosas están claras aún alrededor de la “muerte dudosa” del fiscal Nisman. Quizá la principal sea que nadie, a esta altura, sigue creyendo que él mismo le haya puesto fin a su vida porque “no aguantó la presión” (Victor Hugo Morales dixit). De allí en más, poco más: si la instigación al suicidio o el asesinato directo provino de una interna de la ex SIDE, de una célula iraní o de los extensos brazos del Mossad, nos va a costar poder concluirlo en el corto y mediano plazo, a como viene la mano.

Ninguna hipótesis puede descartarse. Cuando uno tiene como contactos fluidos a gente linda como las diputadas Laura Alonso y Patricia Bullrich, y a Jaime Stiusso y la embajada yanqui; y en la vereda de enfrente se cruza dardos con CFK, D’Elía, Timerman y Milani; el tiro puede venir por cualquier lado.

Sólo por ejemplo: Ronen Bergman, presentado por el diario La Nación como un “experto israelí en temas de seguridad e inteligencia”, acusa indirectamente al Hezbollah. Pero paradójicamente cuenta, para convencernos, que “Cuando el Mossad mató a un jefe de Hezbollah en 2010 en Dubai, los agentes lo vistieron con su pijama y lo dejaron en su cama. La habitación quedó cerrada e incluso con la cadena puesta desde adentro.”

El relato los traiciona

Es en los efectos del relato oficial, contrarios a sus propios intereses, que nos detendremos aquí. ¿No habría sido claramente beneficioso para el gobierno, suponiendo que no partió de allí la bala que mató a Nisman, salir el mismísimo lunes a plantear “vamos a esperar que hable la justicia, pero a todas luces acá algo huele raro”?

No, el gobierno, desde el jefe de gabinete “Coqui” Capitanich en sus infumables conferencias de prensa, pasando por el súper secretario Aníbal Fernández (“sí, estoy diciendo eso”, respondió el martes ofuscado ante la consulta sobre si estaba planteando que todo conducía a pensar en un suicidio), hasta la propia primera carta de la Presidenta de la Nación (cuyo primer párrafo claramente se volcaba a la aceptación y naturalización de la teoría de la autoeliminación voluntaria –“¿qué puede llevar a alguien a tomar la decisión…?”-) se bajó una línea clara y sin fisuras. Los medios del monopolio oficial (somos el único país del mundo donde en un mismo rubro en vez de haber oligopolio hay varios monopolios que compiten entre sí ¿?) lo repitieron y replicaron hasta el hartazgo. Víctor Hugo Morales, desesperado por ser el más papista de todos, llegó a acusar solapadamente (y no tanto) de golpistas a todos los que sospecharan de la versión oficial. Mientras en la “Corpo”, a la que tantas veces hemos criticado, nobleza obliga, el lunes por la mañana Jorge Lanata hablaba de tres o cuatro hipótesis distintas; el gobierno se apuró en cerrar filas en una única opción, justamente la que nadie estaba dispuesto a tragar ni comprar en ningún rincón del país.

Quedarían en offside los chirolitas de toda laya cuando, un par de días después, la propia CFK tiró a la basura la hipótesis inicial, asustada por las encuestas que le avisaban que ni sus familiares estaban digiriendo la historia que buscaban imponer como irrefutable. El diario Página 12 llegó al colmo de titular en tapa (título central) el martes “¿Qué fue lo que lo llevó a quitarse la vida?” y el viernes (mismo lugar) “Lo usaron vivo y después lo necesitaron muerto”, como si se tratara de dos muertos distintos.

Llegamos así, luego de una semana de contacto vía Facebook, a la cadena nacional de este lunes 26 de enero por la noche. Y arrancamos con el relato desde lo simbólico y más obvio: ropa íntegra de un blanco cándido y silla de ruedas (por el esguince), que tranquilamente podía ser disimulada con un escritorio como en todas las otras cadenas nacionales de la presidenta. El disfraz de víctima e indefensa elegido por sus asesores (esperemos que haya sido así) ofendía a la vista y a la inteligencia de los “40 millones” a los que se dirigía.

Después de 40 minutos de hablar de sí misma y de todo lo bueno que se ha hecho en pos de la justicia, llegó la conclusión imprevisible (porque si nos la adelantaban hubiésemos pensado que era una “joda”): fue Clarín. Así es. El hermano de Diego Lagomarsino trabaja en el estudio jurídico que atiende al Grupo Clarín. Caso resuelto.

12 años no es nada

¿Cómo pueden, desde las usinas comunicacionales del gobierno nacional, no entender que después de DOCE años en el gobierno, controlando todas las “cajas” (Anses, Afip, bancos y empresas del Estado, las arcas provinciales que reportan a la Casa Rosada, los mismísimos 800 millones de pesos anuales destinados a Inteligencia), las cámaras legislativas y las fuerzas de seguridad; NO pueden seguir presentándose exclusivamente como víctimas cada vez que se dirigen al pueblo que dicen representar?

Ahora, por si faltaba más, la Procuradora General de la Nación, Alejandra Gils Carbó, junto con César Milani, acusado por sus vínculos con la dictadura genocida; serán quienes estén a cargo del sistema general de inteligencia, espionaje y pinchaduría oficial de teléfonos de la Nación.

Simplemente: muy probablemente no sea del riñón del gobierno quien asesinó a Nisman. Pero es ese riñón del gobierno el principal culpable de que casi todos en la calle lo juzguen culpable. Es así: el relato a veces sirve. A veces explica. A veces disuade. Pero otras veces, y ésta parece ser la ocasión, otras veces cansa. Sorprende, ofende y da bronca. Y se les vuelve en contra.

Publicado por Río Bravo el 26 de enero de 2015.

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