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Lunes, 17 Diciembre 2012 10:27

Tormenta del Domingo 16/12/12, Paraná

Escrito por Elberg Maximiliano
Este domingo en horas de la mañana, la ciudad de Paraná vivió-durante un lapso ínfimo de tiempo-una fuerte y penosa tormenta para muchos vecinos que provoco inundaciones; colapso servicios y levanto la capa asfáltica de numerosas calles, lo cual deja entrever pésimas administraciones de funcionarios que se han sucedido en nuestra historia y hoy repiten mandatos en distintos cargos.
 
Existe un tema que nos interesa a muchos de los que trabajamos-silenciosamente-sin pausa o frenos y sin el apoyo de recursos que puedan sostener la tarea. Mucho se escucha-de forma hipócrita y sin sustancia-acerca del cambio climático y de las consecuencias nefastas que hace un tiempo venimos sufriendo en carne propia. Entre Ríos es una provincia que realizó un fuerte aporte al cambio, y se debe-principalmente- a la permanente deforestación realizada en aras del progreso, quedando en el territorio menos de un 10% de monte nativo.
 
Bajando estos datos a nuestra ciudad, es importante destacar un hecho que dejó esta y otras tormentas últimamente: la terrible caída de árboles valiosos en zona centro y barrios. Esto sucede indudablemente porque Paraná no cuenta con campañas de forestación desde hace décadas. Campañas de plantación y reposición de árboles añosos que necesitan ser removidos, renovando el patrimonio ambiental para hacer frente a un cambio que vive entre nosotros hace tiempo y nos encuentra desprotegidos completamente y sin planes de contingencia.
 
Los árboles son una fuente de oxigeno del planeta y contribuyen a mitigar conflictos ambientales de difícil reversión como el calentamiento global.
 
Una calle arbolada por ejemplo, baja hasta cinco grados la temperatura. Salvo que pensemos en llenar de aires acondicionados la calle, es el único camino, especialmente en zonas vulnerables o con mayor desprotección. La preservación y plantación de árboles es un objetivo primario en la prevención del cambio climático.
 
Las consecuencias las conocemos, pero es bueno recordarlas, a saber: Calor extremo e insoportable la mayor parte del año; caída frecuente de granizo; tormentas de viento que superan lo conocido; ausencia de sombra que proteja la fauna, flora, al hombre y sus bienes del efecto dañino de los rayos solares (ni que hablar de la multiplicación de manchas solares o cáncer en la piel); erosión y desertificación de suelos; aumento de partículas contaminantes en el ambiente (polvo, cenizas, polen y humo) y pueden causar daño a los pulmones humanos; deslizamiento de tierra (ver Barrancas del Parque Urquiza, Bajada de Guemes, etc.).
 
Otro resultado de la perdida de árboles, es que imposibilita la absorción del dióxido de carbono que contamina la atmósfera (pensemos en el aumento exponencial de nuestro parque automotor), impide que esto se transforme en oxigeno purificando el aire que respiramos; impide amortiguar el efecto de plagas y se pierde un filtro para los agroquímicos que avanzan sin control sobre los pobladores en todos los rincones.
 
Sería bueno salir de los discursos, de los grandes y huecos titulares de anuncios y ponerse a trabajar en serio este y muchos otros temas que necesitan urgentes intervenciones y políticas públicas. Y si no hacemos esto por nosotros, podemos hacerlo por nuestros hijos, herederos naturales que verán recrudecer estos efectos. Si tanto decimos amarlos en el discurso, podríamos amarlos haciéndonos responsables de estos problemas y ponernos juntos a trabajar en las soluciones.
 
Salvo que pensemos conquistar otra galaxia, este es el único planeta y hogar que existe para todos.
 
Lic. Elberg Maximiliano- Paraná- Entre Ríos.
 
Publicado en TireyPegue / Río Bravo, el 17 de diciembre de 2012.

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