Ángel Cappa resume, como director técnico y como persona, varias cualidades que lo ubican en las antípodas de ese futbol-negocio devorador de entrenadores, jugadores, periodistas y dirigentes que no se amoldan a la lógica del resultado y las ganancias como metas exclusivas. Se atreve a cuestionar al capitalismo que “a todo lo convierte en mercancía”, fue parte de aquél grupo de exiliados que en plena dictadura colocaron un cartel con la leyenda “Videla asesino” en una tribuna, hoy se opone al proyecto de sociedades anónimas en los clubes y siempre ha pregonado el buen juego por sobre el resultado. Tal vez por eso, la mafia que maneja el fútbol no se podía permitir el "mal ejemplo" de tener un campeón como aquél Huracán de 2009.
El tiki tiki le decían. Un estilo que llevaba como premisa no renunciar al buen juego: toque, rotaciones y triangulación, buscando siempre el espacio vacío que, si no estaba, se generaba con una gambeta o un caño en el momento justo o un pase entre líneas que dejaba a media defensa sorprendida y mirando desconcertada. Seguramente el tiempo le agrega espectacularidad a los hechos reales pero es innegable el gusto que daba ver jugar a aquél Huracán del 2009, dirigido por Ángel Cappa.
No importa de qué club uno fuera simpatizante. La sensación de muchos fue que ese 5 de julio de 2009 ocurrió una gran injusticia, no sólo por el grosero fallo del árbitro Gabriel Brazenas sino porque la pelota pedía que el campeón fuera “El globo” de Parque Patricios. Pero no pudo ser. Aún así muchos recordamos aquél día y aquél equipo aunque la corporación del futbol-negocio se empeñó en borrarlo de la historia con un subcampeonato que a los amigos del éxito poco les importa.
“Siempre soñé con dirigir un equipo así. Racing del 98 fue muy parecido y también fue una experiencia muy gratificante. Pero ese Huracán del 2009 reunió todo lo deseado por mí. No solo jugaba bien, sino también lindo y nos emocionaba a todos”, recuerda Cappa en una entrevista concedida a Río Bravo.
El oriundo de Bahía Blanca consideró que “se tuvo que poner en marcha toda la maquinaria mas corrupta y sucia del fútbol argentino para arrebatarnos la gran ilusión de terminar ese campeonato con el título”. Aún así mantiene buenos recuerdos de aquella experiencia: “No pudieron quitarnos la enorme alegría que vivimos todos los partidos”.
Fue en su ciudad natal donde inició una trayectoria -primero como jugador y luego como director técnico- inesperada para sí mismo, ya que según el mismo cuenta, sólo aspiraba a jugar en el primer equipo de Villa Mitre y reconoce que “todo lo que vino después fue un agregado”.
Algunas anécdotas se cuelan en el relato, entre ellas la del mismísimo día de su debut: “Hice un gol y tal vez por el viento, o no se por qué, no oí inmediatamente el grito de la tribuna y pensé por un instante que no había sido gol. Lo grité igual, por supuesto. Por suerte sí fue gol”.
Ese “agregado” al que refiere Cappa al hablar de su impensada carrera, implicó realizar toda su trayectoria como futbolista profesional en Olimpo de Bahía Blanca y acompañar como ayudante de campo a Cesar Luís Menotti y Jorge Valdano en diversos clubes de España, donde se recibió como DT y donde más adelante haría su propia carrera, con incluyó también experiencias en diversos equipos del fútbol mexicano, peruano, sudafricano y, claro está, argentino.
Una bandera que diga “Videla asesino”
Hoy, alejado de los vestuarios y de la línea de cal, comenta partidos de la Liga española y Copa de Europa desde radio Onda Cero, de Madrid y, como siempre, sigue viendo y comentando todos los partidos que puede con amigos.
Más allá de tácticas, estrategias y análisis futbolísticos, Cappa nunca disimuló sus opiniones políticas ni mezquinó compromiso en torno a lo que pasaba y pasa fuera del campo de juego.
Una anécdota lo pinta de cuerpo y alma. Fue el 22 de mayo de 1979. Los seccionados de Argentina y Holanda jugaban una amistoso en Berna, Suiza, como parte de los festejos por el aniversario número 75 de la FIFA. Aquél partido fue denominado “La Gran revancha” del Mundial 78. Aunque Cappa fue inicialmente solo con la idea de ver jugar a Maradona, al enterarse de lo que estaba por suceder decidió acompañar al grupo de exiliados argentinos en Francia y Holanda que llegaron hasta Suiza para denunciar lo que pasaba en nuestro país, y pusieron un cartel detrás de uno de los arcos que decía “Videla asesino”.
En aquellos años, el coautor del libro También nos robaron el fútbol -junto a su hija María- militaba en el Peronismo de Base que era una corriente de izquierda del peronismo. “Era un momento muy esperanzador no solo en Argentina, sino en toda América Latina. Fue la mía una militancia ideológica: revistas, panfletos, charlas, mítines y tareas en los barrios”, recuerda.
“Los clubes son un bien común que nos quieren robar”
El ex DT de Huracán, Racing, Banfield, River y Gimnasia y Esgrima de La Plata no le esquiva a las preguntas a la hora de expresar sus opiniones políticas y hacer explícita su visión crítica respecto del avance del negocio sobre el deporte.
Dentro del ámbito deportivo, uno de los temas que más controversia genera es el intento del Poder Ejecutivo nacional de convertir los clubes en Sociedades Anónimas Deportivas (SAD), algo así como convertir los clubes en empresas, sin vueltas ni eufemismos.
Sin medias tintas, Cappa sostiene que “los clubes pertenecen a los socios y los hinchas en general. Un club es un sentimiento, no tiene nada que ver con la lógica empresarial. Es un bien común que como todos los demás, nos quieren robar. Y no hay que permitirlo. El capitalismo convierte todo en una mercancía, todo se compra y se vende. Con todo hace negocio. Espero que la gente lo impida. Hay un antecedente reciente y nefasto: Racing, como para evitar que se repita”, recuerda, en referencia a la experiencia del club de Avellaneda con la gerenciadora Blanquiceleste SA.
A esa iniciativa que busca abrirle a las empresas privadas la puerta de los clubes en forma más definitiva, la analiza como parte de las políticas que en los últimos años han venido avanzando en Latinoamérica y el mundo. “Es una etapa donde el capitalismo en su nueva forma neofascista se lanzó a la reconquista de posiciones perdidas (no solo en nuestros países), impulsado especialmente por el imperialismo norteamericano. Macri es un sirviente dócil de los intereses económicos de la élite y Bolsonaro lo mismo, aunque formalmente mas violento. La tarea ahora creo que es resistir, agruparse y encontrar el modo de volver a recuperar lo que nos pertenece. Lo que no pueden robarnos nunca, es la dignidad de la lucha”, sentencia.
En ese marco ubica la creciente mercantilización del fútbol en tanto juego o deporte, hoy cuenta con el proyecto de las SAD baluarte, que busca profundizar esta realidad: “El fútbol es un bien común mas, es otro derecho que nos quieren arrebatar. Luchar para que no nos quiten los clubes, donde nos encontramos para vivir la alegría de cada partido y el sentido de pertenencia de cada camiseta es, te diría, una obligación. Pero lo mas importante, es la lucha por una sociedad justa y democrática”.