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Miércoles, 12 Octubre 2022 16:48

12 de octubre: nada para festejar

Escrito por Santiago Mac Yntyre
12 de octubre: nada para festejar Fuente: www.curacavidigital.cl / Autor: Desconocido

"La memoria de América ha sido mutilada por el racismo", supo escribir la pluma sensible y precisa de Eduardo Galeano, autor de algunas de las más profundas reflexiones acerca del genocidio racial en Latinoamérica. 530 años después, "conquistado" el territorio, los pueblos originarios parecen seguir condenados a la asimilación a la cultura occidental o la más absoluta marginalidad. Aunque hubo avances y cambios de paradigmas –ya no hablamos del Día de la Raza o del descubrimiento de América, sino de Día del Respeto a la Diversidad Cultural y de genocidio y saqueo– la materialización de las garantías constitucionales de 1994 sigue siendo materia pendiente.

De la redacción de Río Bravo

El desembarco español y acceso a los pueblos, culturas, territorios y riquezas que se hallaban en el mal llamado "nuevo mundo" implicaron el mayor genocidio y saqueo de la historia de la humanidad.

Según el Archivo de Indias, sólo entre 1503 y 1660, se llevaron 60 millones de vidas indígenas 185.000 kilogramos de oro, 16 millones de kilogramos de plata. No obstante, la llegada de la cultura europea, con su espada y con su cruz, implicó barrer con todo vestigio de las antiguas culturas, prácticas y creencias de quienes habitaban estas tierras.

Lo grafica con gran elocuencia una frase del obispo arzobispo sudafricano Desmond Tutu (1931-2021) rescatada por Eduardo Galeano en uno de sus innumerables abordajes sobre la problemática:

El arzobispo Desmond Tutu se refiere al África, pero también vale para América:

-Vinieron. Ellos tenían la Biblia y nosotros teníamos la tierra. Y nos dijeron: "Cierren los ojos y recen". Y cuando abrimos los ojos, ellos tenían la tierra y nosotros teníamos la Biblia. (GALEANO, Eduardo, Ser como ellos y otros artículos, 1992)

En Argentina, la reforma constitucional de 1994 implicó un cambio de paradigma sustancial en torno a los derechos de los pueblos originarios: hasta entonces regía el artículo 67 inciso 15 de la Constitución Nacional de 1853, que establecía que le correspondía al Congreso Nacional “proveer a la seguridad de las fronteras; conservar el trato pacífico con los indios, y promover la conversión de ellos al catolicismo”.

No fue menor el cambio de esa visión a la que establece, en el artículo 75, inciso 17,  "garantizar el respeto a su identidad y el derecho a una educación bilingüe e intercultural, reconocer la personería jurídica de sus comunidades y la posesión y propiedad comunitarias de las tierras que tradicionalmente ocupan y regular la entrega de otras aptas y suficientes para el desarrollo humano".

Sin embargo, el reconocimiento de esa preexistencia no se vio reflejado hasta hoy –al igual que en la mayor parte del continente– en una verdadera reparación histórica y en gran medida, las comunidades originarias se encuentran confinadas, aisladas y cada vez más cercadas por la constante expansión de las fronteras agrícolas, la minería y otras actividades para las cuales su convivencia  armónica con la naturaleza y su respeto por la madre tierra se convierte en un obstáculo para el llamado progreso. Otra vez, Galeano (1992), nos ayuda a reflexionar al respecto.

Al cabo de cinco siglos de negocio de toda la cristiandad, ha sido aniquilada una tercera parte de las selvas americanas, está yerma mucha tierra que fue fértil y más de la mitad de la población come salteado. Los indios, víctimas del más gigantesco despojo de la historia universal, siguen sufriendo la usurpación de los últimos restos de sus tierras, y siguen condenados a la negación de su identidad diferente. Se les sigue prohibiendo vivir a su modo y manera, se les sigue negando el derecho de ser. Al principio, el saqueo y el otrocidio fueron ejecutados en nombre del Dios de los cielos. Ahora se cumplen en nombre del dios del Progreso.

"Cuando yo era niño, en las escuelas del Uruguay nos enseñaban que el país se había salvado del problema indígena gracias a los generales que en el siglo pasado exterminaron a los últimos charrúas", sigue diciendo la voz omnipresente del más latinoamericano de los escritores uruguayos. Nada diferente de lo que muchos de quienes ya somos parte de "viejas" generaciones (mal)aprendimos en la escuela al estudiar "la conquista del desierto" casi como un inocente cuento infantil que no generaba furibundas reacciones ni movilizaciones de padres indignados contra el "adoctrinamiento en las aulas". Igualmente, vale concederles a aquellos y aquellas docentes las disculpas por el contexto de enseñanza en las décadas del '80 y '90, donde el menor acceso a la diversidad de fuentes y el monopolio de los manuales hacían más complicado contrastar los relatos históricos dominantes.

CartelRocaVolveResulta difícil poder procesar que un habitante de este suelo y seguramente hombre blanco, descendiente de europeos –a menos que milite su propia muerte–, huesped sin invitación del territorio nacional, añore la concreción total de aquel genocidio: "Roca volvé, no terminaste tu trabajo", rezaba uno de los carteles que pudieron verse en el banderazo con que un grupo de rionegrinos –alentados y acompañados por Patricia Bullrich– pedían el desalojo de los mapuches de Villa Mascardi al grito de "usurpadores" mientras, a pocos kilómetros y sin ser blanco de la movilización, el inglés Joe Lewis sigue cercando e impidiendo el acceso al Lago Escondido.

Al filo de abusar del recurso, es difícil resistir la recurrencia a Galeano. Hasta me atrevo a decir que no hacerlo sería un gesto de insolencia: "El problema indígena: los primeros americanos, los verdaderos descubridores de América, son un problema. Y para que el problema deje de ser un problema, es preciso que los indios dejen de ser indios. Borrarlos del mapa o borrarles el alma, aniquilarlos o asimilarlos: el genocidio o el otrocidio".

MapaPatagoniaEn días en que un conflicto por tierras entre quienes desde hace siglos son sistemáticamente despojados y un Estado que tiene continuidad jurídica más allá de sus eventuales autoridades, pone en evidencia las deudas pendientes con los habitantes naturales del continente y el incumplimiento de garantías establecidas en la propia Constitución Nacional, cuando los debates y las ideas discurren entre el ruido de las chicanas, el golpe bajo o la consigna fácil y demagoga, es de gran ayuda rescatar las reflexiones de quien dedicó gran parte de su obra a problematizar sobre la cuestión. Por eso también, en este Día del Respeto a la Diversidad Cultural, vale el homenaje a Eduardo Galeano. Compartimos fragmentos del texto Cinco siglos de prohibición del arcoiris en el cielo americano:

"En diciembre de 1976, el ministro del Interior del Brasil anunció, triunfal, que el problema indígena quedará completamente resuelto al final del siglo veinte: todos los indios estarán, para entonces, debidamente integrados a la sociedad brasileña, y ya no serán indios. El ministro explicó que el organismo oficialmente destinado a su protección (FUNAI, Fundacao Nacional do Indio) se encargará de civilizarlos, o sea: se encargará de desaparecerlos. Las balas, la dinamita, las ofrendas de comida envenenada, la contaminación de los ríos, la devastación de los bosques y la difusión de virus y bacterias desconocidos por los indios, han acompañado la invasión de la Amazonia por las empresas ansiosas de minerales y madera y todo lo demás. Pero la larga y feroz embestida no ha bastado. La domesticación de los indios sobrevivientes, que los rescata de la barbarie, es también un arma imprescindible para despejar de obstáculos el camino de la conquista".

***

"(...) Cristóbal Colón, financiado por los reyes de España y los banqueros de Génova, trajo la novedad a las islas del mar Caribe. En su diario del Descubrimiento, el Almirante escribió 139 veces la palabra oro y 51 veces la palabra Dios o Nuestro Señor  

"... el 27 de noviembre (de 1492) profetizó: Tendrá toda la cristiandad negocio en ellas. Y en eso no se equivocó. Colón creyó que Haití era Japón y que Cuba era China (...) pero en eso no se equivocó (...) Los indios, víctimas del más gigantesco despojo de la historia universal, siguen sufriendo la usurpación de los últimos restos de sus tierras, y siguen condenados a la negación de su identidad diferente (...) Sin embargo, en esa identidad prohibida y despreciada fulguran todavía algunas claves de otra América posible (...) América, ciega de racismo, no las ve".

***

"Matar al indio y salvar al hombre, aconsejaba el piadoso coronel norteamericano Henry Pratt. Y muchos años después, el novelista peruano Mario Vargas Llosa explica que no hay más remedio que modernizar a los indios, aunque haya que sacrificar sus culturas, para salvarlos del hambre y la miseria".

***

"El racismo se expresa con más ciega ferocidad en países como Guatemala, donde los indios siguen siendo porfiada mayoría a pesar de las frecuentes oleadas exterminadoras.

(...) con alegre impunidad, se reconoce oficialmente que han sido borradas del mapa 440 aldeas indígenas entre 1981 y 1983, a lo largo de una campaña de aniquilación más extensa, que asesinó o desapareció a muchos miles de hombres y de mujeres. La limpieza de la sierra, plan de tierra arrasada, cobró también las vidas de una incontable cantidad de niños. Los militares guatemaltecos tienen la certeza de que el vicio de la rebelión se transmite por los genes".

Una raza inferior, condenada al vicio y a la holgazanería, incapaz de orden y progreso, ¿merece mejor suerte? (...) Esta raza inferior había descubierto la cifra cero, mil años antes de que los matemáticos europeos supieran que existía. Y habían conocido la edad del universo, con asombrosa precisión, mil años antes que los astrónomos de nuestro tiempo.

Los mayas siguen siendo viajeros del tiempo: ¿Qué es un hombre en el camino? Tiempo.

Ellos ignoraban que el tiempo es dinero, como nos reveló Henry Ford. El tiempo, fundador del espacio, les parece sagrado, como sagrados son su hija, la tierra, y su hijo, el ser humano: como la tierra, como la gente, el tiempo no se puede comprar ni vender. La Civilización sigue haciendo lo posible por sacarlos del error.

La memoria de América ha sido mutilada por el racismo. Seguimos actuando como si fuéramos hijos de Europa, y de nadie más.

***

Hace algún tiempo, el sacerdote español Ignacio Ellacuría me dijo que le resultaba absurdo eso del Descubrimiento de América. El opresor es incapaz de descubrir, me dijo:

-Es el oprimido el que descubre al opresor.

Él creía que el opresor ni siquiera puede descubrirse a sí mismo. La verdadera realidad del opresor sólo se puede ver desde el oprimido.

Ignacio Ellacuría fue acribillado a balazos, por creer en esa imperdonable capacidad de revelación y por compartir los riesgos de la fe en su poder de profecía.

¿Lo asesinaron los militares de El Salvador, o lo asesinó un sistema que no puede tolerar la mirada que lo delata?

Publicado en Río Bravo el 12 de octubre de 2022

Modificado por última vez en Jueves, 13 Octubre 2022 00:56

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