La revista cultural La Marea realizó, el pasado jueves, una charla virtual a partir de la consigna “Fake news, comunicación y realidad”, donde se planteó el problema de cómo las falsas noticias afectan tanto al derecho de la comunicación y la información fehacientes como a las actitudes y comportamientos de las personas, individual y socialmente. En un contexto extraordinario de pandemia, la información de calidad es un bien imprescindible, dada la incertidumbre que provoca un acontecimiento mundial de las características actuales.
Participaron del panel expositor distinguidos profesionales de la cultura, el periodismo y la psicología. Entre ellos se encontraban: Josefina Racedo, psicóloga social y directora de la revista, quien presentó la charla y moderó las intervenciones; Sebastián Pisarello, licenciado en Comunicación Social y periodista; Sibila Camps, profesora de Literatura, periodista y escritora; y Rosa Nassif, psicóloga, psicóloga social y dirigente política del Partido Comunista Revolucionario.
La charla tuvo alrededor de 250 participantes, conectados desde distintos puntos del país, como Tucumán, Entre Ríos, Buenos Aires, CABA, Córdoba, Catamarca, Mendoza, Corrientes, Santiago del Estero entre otras provincias y localidades.
Falsas noticias e información maliciosa
Josefina Racedo inició el evento explicando los motivos de la organización del mismo: “Las fake news han provocado una conmoción pública. Con este mecanismo de control en momentos tan difíciles para nuestro país, decidimos abrir la mesa con la inquietud de saber qué es lo que pasa con la comunicación y la realidad desde estas falsas noticas que invaden los medios y las redes”. Luego de esto y de algunas formalidades, dio inicio a la charla dando lugar a la intervención de Sebastián Pisarello.
Pisarello, quien es también Técnico Superior en Psicología Social, diplomado en Comunicación Pública y creador de la Agencia de Periodismo Alternativo (APA), definió las fakes news como “aquellas informaciones carentes de veracidad transmitidas por los medios de comunicación como si fueran verdades”. Sobre estas falsas informaciones, las tergiversaciones o las imprecisiones de las noticias, el panelista agregó: “los objetivos principales de las fakes news son manipular la opinión del público y obtener una serie de beneficios —políticos, sociales o económicos— a partir de las mentiras o beneplácitos que se publican sobre una persona o institución”.
La pregunta clave, comenta Pisarello, sería: “¿Por qué, luego de desmentida la versión, hay quienes le siguen creyendo?”. Sobre esta cuestión, abordó como ejemplo el de la vacuna Sputnik que, como se recordará, la campaña de desprestigio hacia la misma “tuvo consecuencias reales en la vida cotidiana”, sobre la confianza o desconfianza por gran parte de la población.
En el descalabro de la emergencia, ¿qué es importante y qué no?
La periodista y docente de periodismo, Sibila Camps, comenzó su intervención recordando que “los desastres, emergencias y pandemias se caracterizan por dos cuestiones: el caos y la incertidumbre; no se sabe qué pasa o qué es lo que puede pasar después. Por lo tanto no se sabe tampoco qué es lo que tenemos que hacer ni qué es lo que no tenemos que hacer para que no empeore la situación”. En este sentido, argumentó que “saber qué es lo que está sucediendo, cómo evitarlo o cómo reducirlo nos permite tomar las decisiones adecuadas. Por este motivo, en situaciones de emergencia la información es un bien muy preciado e indispensable”.
La panelista también se refirió a la valoración de la información completa y de calidad para la toma de mejores decisiones, ya que “preocuparse estableciendo prioridades, organizarse y no ocuparse en cuestiones superfluas, sirven para bajar la ansiedad”. Respecto a quiénes deben informar, qué es lo que deben o no deberían informar, Camps explicó que en primer lugar “es una responsabilidad inmensa e indelegable por parte de las autoridades, en especial las del área de salud; pero por otra parte, esa responsabilidad también es compartida con quienes trabajan en los medios”. Advirtiendo sobre la competencia periodística en este asunto, Camps hizo alusión a la dudosa autoridad de algunos periodistas que desprestigian la profesión, ya que opinan en un supuesto mismo nivel que colegas con trayectoria en la materia.
De igual modo, la escritora apuntó a los medios de comunicación metropolitanos de alcance regional y nacional. “Con el uso intensivo de las redes sociales e internet, proliferaron intensamente las noticias falsas. Esto fue potenciado por el hecho de que los medios de comunicación se encargaron de levantar y trabajar esas noticias falsas como si fueran un material informativo, con lo cual terminaron dándoles entidad en el mismo nivel que las noticias verdaderas”, expuso Camps.
Conocer la realidad para transformarla
Cerró la actividad la psicóloga Rosa Nassif, quien en continuación con las exposiciones anteriores sobre las dimensiones mediáticas y políticas del fenómeno de las falsas noticias, se refirió a los aspectos psicológicos y filosóficos de la misma. Desde lo psicológico, argumentó Nassif, con los avances de las nuevas tecnologías, de los estudios sobre psiquismo y de la neurociencia, “se utiliza lo emocional como un elemento fundamental en la manipulación de las conductas”. La dirigente política sostuvo que “lo emocional y la manipulación de lo emocional va unido a la secundarización, la subestimación, de todo lo que es racional. Se trata de inhibir, por todos los medios posibles, la legitimidad de la lectura crítica”.
A propósito de las disputa de sentido y significado que proponen las falsas noticias, en referencia a la utilización política y premeditada de las mismas, la panelista agregó que “no podemos quedarnos simplemente a la espera de que los hechos corroboren la verdad de las opiniones”.
Desde esta postura, Rosa Nassif, abordó la cuestión que entiende es el “terreno fértil donde estos temas son admitidos”. Partiendo del hecho de que “cada uno tiende a creer más en aquello en lo que ya cree”, sumado al funcionamiento de los motores de búsqueda en internet, los algoritmos y la big data, que refuerzan las mismas creencias, “el caldo de cultivo está en una corriente filosófica que se ha impuesto a partir de los 90, que tiene que ver con el posmodernismo. Esta corriente es la que sostiene la pos-verdad”. Para Nassif, “así como el buen periodismo trata de descubrir las causas de los fenómenos, de reconocer las verdad de lo que se muestra y de lo que se plantea, esta corriente considera irrelevante la cuestión de la verdad, como si pudieran existir tantas verdades como opiniones haya”.
La información de calidad como un derecho
A modo de cierre los panelistas remarcaron el rol de la buena información en el contexto de emergencia y la necesidad de profundizar una perspectiva popular de comunicación, que está emergiendo en los jóvenes periodistas, como reacción al desprestigio profesional. También se dio lugar a la preocupación por “los medios que intentan anular el razonamiento a través del uso grosero y violento de las expresiones”. Además, se hizo hincapié en la confusión que se genera, muchas veces a propósito, en los planteos que anudan la libertad de prensa, la libertad de expresión y la información, en una mescolanza confusa.
Para finalizar, y como aporte importante a considerar que a veces pasa inadvertido, se afirmó que el manejo de “las falsas noticias tienen la efectividad que tienen porque se apoyan en aspectos de la realidad; en aspectos parciales que la manipulan y la exageran. ¿Cuál es el arte de la manipulación? Apoyarse en necesidades reales, en sufrimientos reales, en cuestiones de la vida concreta, en emociones legítimas y darles una orientación específica”.
Publicado en Río Bravo el 8 de mayo de 2021