La CTA publicó un informe en el cual refleja un deterioro en la mayoría de las variables vinculadas al mundo del trabajo desde diciembre de 2023. La excepción fue el fuerte incremento real de la AUH.
Los números que muestra el informe del Observatorio Social de la UCA dicen mucho. No sólo nos hablan de los insoportables niveles de pobreza e indigencia existentes, sino también de lo que podría haber ocurrido si no se hubiera tomado el paquete de medidas implementado frente a la pandemia. Además, nos da pistas para pensar qué tipo de país deberíamos estar viviendo y nos alienta a imaginar cómo caminar con ese rumbo.
La noticia es conocida. La Encuesta de la Deuda Social Argentina, elaborada por el Observatorio Social de la Universidad Católica Argentina (UCA), que entre otras cosas mide los niveles de pobreza e indigencia en el país; presentó datos que a cualquier argentino o argentina deberían conmover. Al cierre del tercer trimestre de 2020, el 34,9% de los hogares y el 44,2% de las personas se encuentran por debajo de la línea de la pobreza, en comparación con el 32,1% y 40,8% registrado en igual período de 2019. Este panorama es peor en el caso de los niños, las niñas y adolescentes, entre quienes dos tercios del total de la población viven en hogares que no alcanzan a cubrir la canasta familiar. Asimismo, el informe da cuenta de que el 7,3% de los hogares y el 10,1% de las personas son indigentes, los porcentajes más altos de la década.
Hasta aquí la noticia. Lo que somos. El panorama en números de una realidad cruel que gran parte de los y las argentinos vive en carne propia cotidianamente. Los medios hegemónicos, en general, allí se quedan: el dato les sirve para ratificar la idea que tienen desde antes de que el gobierno del Frente de Todos asumiera: es el #PeorGobiernodelaHistoria (tal es el hashtag que suelen alentar y colar en las redes sociales algunas de las caras visibles de estos medios).
Lo que muchos periodistas, políticos y medios no cuentan, es que el informe del Observatorio Social no habla solamente de lo que somos, sino también de lo que podríamos haber sido. Y nos deja pistas para pensar cómo llegar a ser lo que deberíamos ser.
Lo urgente
Agustín Salvia es el director del Observatorio Social de la UCA. En la presentación del informe, además de los números crudos, compartió ciertas conclusiones que se pueden extraer de la continuidad que se lee en las últimas encuestas y de las proyecciones que éstas permiten realizar. Y dijo que: “sin la AUH, el IFE, la Tarjeta Alimentar y el resto de los subsidios, la indigencia hubiera sido el doble y la pobreza hubiese trepado al 53%".”
Para que se entienda: según el observatorio social de la UCA, el mismo que los medios hegemónicos citan sólo para dar cuenta de los números de pobreza y de indigencia, sin los planes de ayuda social directos del gobierno (se refiere a los alimentarios: IFE, Alimentar, AUH, pensiones y contribuciones directas), la pobreza en noviembre 2020 sería del 51,9% en vez del 44,2% (8 puntos de diferencia) y la indigencia sería del 24,9% en vez del 10,1% (15 puntos de diferencia). Según el informe en cuestión, las ayudas para alimentación a las familias en el país pasaron de cubrir, en % de población, del 43,8% de los habitantes en 2019, al 55,5% en 2020; y del 33,4% de los hogares en 2019, al 47,4% en 2020.
Estamos hablando de millones de personas, familias, niños y niñas, no de fríos números en una planilla de Excel juntados allí para cumplir con un requisito burocrático. Según este informe, el 20,5% de las unidades domésticas declaró haber recibido algún bolsón, vianda o haber retirado alimentos de comedores no escolares. Además, el 44,6% de los hogares recibieron alguna ayuda vinculada a transferencias de ingreso (tarjeta alimentaria/social, asignaciones familiares no contributivas, programas de empleo, IFE, etc.). Sin ese aporte, según el observatorio social de la UCA, la pobreza habría pasado de 20,3 millones a 24,4 millones de personas. 4 millones de personas más.
Tengamos en cuenta que el informe no considera las medidas de protección laboral, programas de crédito y/o ayudas directas a empresas y trabajadores privados para el pago de remuneraciones de sectores críticos –ATP-; sin los cuales los números habrían sido aún peores.
Lo que surge con claridad de este informe es cómo sería la realidad de nuestro país, con la crisis económica preexistente agravada y profundizada, pandemia del coronavirus mediante, si hubiese habido en Casa Rosada un gobierno que no hubiera decidido invertir hasta un 7% del valor del PBI anual en medidas paliativas para atenuar el golpe de estos dos flagelos (crisis preexistente y coronavirus) pegando juntos.
Lo necesario
Lo cierto es que el informe del Observatorio Social de la UCA nos deja números que nos obligan a pensar, discutir y actuar, hoy más que nunca, en consecuencia. Por más que todos y todas sepamos que venimos de cuatro años de un gobierno que trabajó para destruir la industria nacional, para achicar el mercado interno, para reemplazar cualquier política productivista por la timba financiera; por más que sepamos también que la pobreza en (por ejemplo) el conurbano bonaerense aumenta ininterrumpidamente desde 2013 (con picos máximos en los últimos tres años); por más que sepamos que mientras todo esto pasaba hubo sectores de la economía concentrada que la juntaron con pala; por más que lo sepamos o justamente por ello, esta realidad nos obliga, al país y fundamentalmente al gobierno, a actuar con urgencia.
Ese pueblo, incluyendo muchos de los sectores que coincidieron en confluir en el armado del Frente de Todos para impedir que Macri continuara haciendo lo que hizo por cuatro años más; demanda políticas efectivas y valientes para avanzar en la resolución de los problemas que están en las raíces de las desigualdades que azotan nuestro país. Se actuó sobre lo urgente, y no caben dudas de que fue lo justo; ahora hay que ir por lo necesario. Que ya también es impostergable.
Seguramente los mismos medios hegemónicos que se rasgan las vestiduras por los números de pobreza e indigencia (mientras aplaudieron o callaron ante el gobierno de Macri y sus políticas antipopulares); pondrían el grito en el cielo si se implementaran las políticas que hacen falta para romper de una vez por todas con este destino que tan a menudo nos venden como inexorable. Lo mostraron haciendo lobby contra el “Aporte solidario y extraordinario a las grandes fortunas”, defendiendo sin pudor a 10 mil multimillonarios por encima de las necesidades y urgencias de millones de argentinos/as castigados/as por las políticas que esos mismos multimillonarios pidieron, impulsaron e hicieron aplicar.
Esos medios hegemónicos trabajan para ese sector económico que se cree dueño del país. Forman parte del mismo. Por eso cuando hablan de “ajuste contra las jubilaciones” hay que sospechar de sus verdaderas intenciones (lo que queda demostrado cuando, corregido en parte el desfasaje que se producía, inmediatamente pasan a preocuparse por el déficit fiscal que la nueva fórmula generaría). Esos medios, esos sectores económicos y sus referentes políticos van a protestar y oponerse a toda medida que tome este gobierno, simplemente porque no lo sienten propio, y no están acostumbrados a tener en Casa Rosada a un gobierno que no les responda ni acate sus instrucciones.
Ahora bien: saber esto no se contrapone a ser conscientes de que estamos terminando un año en el que las paritarias de los trabajadores activos han quedado muy por debajo de la inflación, y las y los trabajadores informales han sido más perjudicados aún en esa correlación, como de costumbre. Reconocer las dificultades que genera la suma de los dos flagelos (cuatro años de gobierno de Cambiemos más pandemia) no implica desconocer qué tipo de medidas de fondo se deben implementar en el país para resolver su matriz de desigualdad.
Más aún, justamente por saber dónde estamos parados es que se impone caminar y acelerar el paso en otro sentido. El proyecto de ley de Tierra, Techo y Trabajo, presentado por diputados y diputadas nacionales del FdT y defendido por distintas organizaciones sociales, alumbra un camino que no se puede demorar más. El proyecto propone concretar 3 millones de puestos de trabajo para la construcción de 375.000 soluciones habitacionales y la urbanización de 4.400 barrios populares, con un presupuesto inicial de 420 mil millones de pesos. Lo elaboró la Corriente Clasista y Combativa (CCC), pero en la presentación estuvo hasta el ministro de Desarrollo Social, Daniel Arroyo.
Para que la crisis la paguen los que la juntaron con pala con el macrismo, mientras el país se derrumbaba; hay que tomar medidas concretas, de fondo, atrevidas y coherentes. Es el pueblo, cada vez más, el que las demanda. Los medios hegemónicos seguirán demandando las suyas: desregulación, no intervención del Estado, subsidios para los más fuertes y sálvese quien pueda para abajo, respeto a la deuda externa antes que las deudas internas y sociales; sus recetas de siempre. El pueblo, las y los trabajadores, los propios votantes del frente que hoy gobierna el país; seguirán buscando formas para presionar en esta pulseada para que el camino que se tome no los defraude esta vez.
Se suele decir que las crisis alumbran posibilidades. Es una frase hecha, que de tanto repetirse termina perdiendo sentido. Pero en política, esto es verdad. Que los cantos de sirenas no nos distraigan y que podamos avanzar como país, al resolver esta crisis, en soluciones que realmente sean de fondo y no nuevos parches circunstanciales que poco han de durar, es la tarea y el desafío más importante que hayan tenido el pueblo y su gobierno en las últimas décadas. Porque cuando hablamos de pobreza y de indigencia como país hablamos de lo que somos pero también de lo que podríamos haber sido y, de una vez por todas, podemos hablar de lo que deberíamos ser.
Publicado por Río Bravo el 9 de diciembre de 2020. Foto: lavoz.com.ar (Córdoba)