Todos los días leemos noticias sobre los grandes problemas que afronta la educación, la falta de recursos y muchas otras veces, la falta de esperanza.
La televisión, los dirigentes del fútbol argentino, los multimedios extranjeros, el gobierno y sus promesas, las sociedades anónimas, la privatización, apuestas; todo mezclado en un panorama que consolida al fútbol argentino como un negocio de pocos en el que el público y el juego son las víctimas principales.
El abuso sexual e intento de violación del sábado pasado nos impone una discusión sobre el modo en que, como sociedad, reaccionamos ante las denuncias por violencia de género. Aquí no podemos ser neutrales y, el lugar donde nos paremos, tiene sus consecuencias.