Debe haber por ahí algún manual del sadismo político. Debe ser consultado con frecuencia por los reaccionarios y fascistas. Alguna página de ese manual debe recomendar elegir alguna fecha clave para anunciar algo que hiera. Menem eligió el día de los Inocentes de 1990 para anunciar el indulto a los genocidas.
Para este 24 de marzo esperábamos alguna provocación de parte del gobierno de Milei. Claramente, la provocación no estuvo en el video berreta del más berreta Agustín Laje. No. Esos 20 minutos anodinos destinados a desplegar ese compendio del negacionismo, la teoría de los dos demonios y la banalización del mal, "rascan donde no pica".
Ayer habló el pueblo argentino. Lo hicimos en las calles y las plazas. Hablamos en unidad, masivamente, fuimos marea movilizada.
El revanchismo "libertario" se expresó hoy. Escogieron un enemigo al que no le llegan a los tobillos. Eligieron a uno de los más queridos hijos del pueblo. Y lo filmaron en un despligue de maldad insolente. La destrucción del monumento a Osvaldo Bayer fue un manotazo desesperado ante un pueblo que les perdió el miedo. A pocas horas del 24 de marzo y en el día del Trabajador de Prensa intentaron herir el recuerdo de semejante escritor y periodista.
Tan elementales, habrán de creer que con derribar un monumento borran la historia. ¿Pensarán que así desalojarán del corazón de los trabajadores la memoria del Gallego Soto? ¿Que así olvidaremos la dignidad rebelde de las chicas de San Julián? ¿Estarán convencidos que con una topadora derogarán el cariño al Che, a Badaraco, a Evita, a quienes Bayer destinó varias de sus mejores y sentidas páginas? La oligarquía socia de los fusiladores tiene razón en temerle.
Con una topadora de Vialidad Nacional, con la máquina que debería estar abocada a las obras que necesitamos y el estado nacional decidió abandonar, con ese brazo hidráulico amarillo retorcieron y arrancaron el monumento. No existe topadora ni motosierra con la que el libertarismo trucho alcance a mancillar a un libertario de pura cepa y arraigado al pueblo como lo es el recordado Osvaldo, uno de los más amplios de miras. ¿Pueden estar tan limados de pensamiento y tan pobres de iniciativa?
El indulto de 1990 no nos sacó de las calles. Movidos por la indignación redoblamos la lucha por Juicio y Castigo, decidimos que si no hay justicia habrá escrache. Y generamos las condiciones para derogar las leyes de impunidad y dar nuevo impulso a los juicios. De esta ignonimia saldremos armados de rebeldía y esperanza. No harán falta carteles en las calles con el nombre de Osvaldo Bayer, ni monumentos que lo recuerden, tan sólo nos abriremos paso en la historia con las banderas colectivas que nos legó desde su vida y su obra.
En tiempos de gran influencia de las corrientes anarquista, socialista y sindicalista revolucionaria en el movimiento argentino, entre el 7 y el 14 de enero de 1919, durante el gobierno del radical Hipólito Yrigoyen, se desarrollaron los sucesos que pasaron a la historia como la Semana Trágica. Osvaldo Bayer analizó y recordó aquellos acontecimientos 80 años después “como la fecha histórica más negada de nuestro pasado”, días sangrientos en que un reclamo por mejores condiciones laborales en la fábrica metalúrgica Talleres Vasena, en Buenos Aires, fue salvajemente reprimido, dando lugar a la generalización del conflicto y una reacción brutal de las fuerzas de seguridad y grupos parapoliciales, con cientos de asesinatos, detenciones y torturas.