Imaginemos.
Imaginemos que un diputado oficialista o de cualquier partido no afín a los medios hegemónicos sufre un robo el viernes 1° de enero a la madrugada. Empeorémosla: un diputado surgido de la militancia de los movimientos por los Derechos Humanos. Le roban 20 mil pesos en efectivo y un celular. El diputado y su esposa llaman al 911 varias veces y, cansados de esperar, se suben al auto y salen a “cazar” a los delincuentes. Se cruzan con motociclistas que no tienen nada que ver con el hecho: tienen 23 y 17 años y vienen de las afueras de la ciudad a ver la tradicional quema de muñecos de año nuevo. El diputado y su esposa aceleran, los encierran y los atropellan. Los dejan tirados, heridos, y escapan con la moto enganchada al auto, 300, 400 metros hasta que logran desprenderla. Frenan sólo cuando llegan a la plaza donde los espera el Secretario de Seguridad del municipio (del mismo partido que el diputado), que está allí para ponerse a su disposición. El mismo logra que el test de alcoholemia al conductor del auto se demore hasta el mediodía. Pone las cámaras de seguridad de la ciudad a su disposición y edita los videos que le entregan a los medios afines para que parezca que hubo una larga persecución antes de la embestida.
Entonces, imaginemos: ¿Cómo habrían titulado sobre el caso todos los medios hegemónicos desde ese día y durante, por lo menos, una semana? ¿Pueden imaginarse los títulos rimbombantes, los adjetivos, las acusaciones (más bien sentencias) que habrían publicado, de a 5 o 7 notas por turno, día tras día, durante al menos una semana? ¿La cantidad de veces que habríamos visto en primera plana la foto de la cabeza rota y suturada del joven que conducía la moto embestida y arrastrada?
Bueno, a Carolina Piparo eso no le pasó. El lunes por la mañana, por ejemplo, a sólo 72 horas de los hechos, La Nación no tenía una sola noticia en portada sobre el caso y Clarín e Infobae (por citar los tres sitios de noticias más leídos del país) sólo tenían una: los audios de las llamadas de la diputada al 911 para denunciar el robo. Es decir: nada sobre el atentado contra los motociclistas, sólo la versión de la diputada sobre el robo, el único hecho del que les interesa hablar.
Del primer párrafo de este texto, el que dice “Imaginemos”, el único dato cambiado es que el protagonista no es un diputado oficialista sino la diputada de Cambiemos, Carolina Piparo, y su marido. Y que la misma no viene de la militancia por los DDHH sino contra “la inseguridad”.
Los hechos
Luis Lavalle es uno de los motociclistas atropellados, arrastrados y abandonados por Juan Ignacio Buzzalli y Carolina Piparo. Además de la violencia física y directa que sufrió, fue acusado de ladrón por la diputada macrista y su pareja, y hasta el día de hoy es puesto como sospechoso por los medios hegemónicos y afines. En realidad, Lavalle esa noche se estaba divirtiendo con sus amigos y es un laburante: de día trabaja en un lavadero de autos y de noche es repartidor en una pizzería.
Los abogados de los motociclistas pidieron la detención del marido de Piparo argumentando que, además de huir de la escena del hecho y abandonar a sus víctimas, buscó utilizar las influencias políticas de su esposa para entorpecer la investigación y alterar evidencias. La investigación avanza y el expediente está a cargo de la titular de la Unidad Funcional de Investigaciones (UFI) 17 de La Plata, Eugenia Di Lorenzo.
Encubrimiento desde la Municipalidad
En abril de 2019, el intendente Julio Garro (ala “dura” del PRO) presentó en sociedad junto a la mismísima Carolina Piparo las nuevas cámaras de seguridad de La Plata (foto). Eran 680 y se las presentaba como de última generación: cuentan con una tecnología que permite reconocer rostros y patentes de manera automática.
Esas cámaras, justamente, son las que ofrecen los videos que fueron manipulados desde la Secretaría de Políticas Públicas en Seguridad y Justicia de la Municipalidad de La Plata, a cargo de Darío Ganduglia. En el video que se entregó a los medios desde dicha Secretaría, los cortes son evidentes con una visualización detenida y analítica, que obviamente no es la que prima en la mirada rápida que ofrecen los medios afines al gobierno macrista de la capital de la provincia de Buenos Aires. Autos que aparecen y desaparecen, horarios borrados y ediciones varias puestas en servicio de un montaje que busca demostrar que hubo una persecución después de un robo (que, casualmente, en ningún video está registrado).
A esta altura, el secretario de Seguridad (que demoró hasta el mediodía el test de alcoholemia al marido de la diputada) es acusado por los abogados de los motociclistas por entorpecer la investigación. Además, recusaron a la jueza de la causa, Garmendia, porque su hijo forma parte del gabinete del intendente Julio Garro.
No todas las víctimas son iguales
Carolina Piparo es, desde fines de 2017, diputada de la provincia de Buenos Aires por Cambiemos. La bonaerense se hizo conocida en todo el país cuando en 2010 fue víctima de una violenta “salidera bancaria”. Fue baleada y perdió un embarazo de 9 meses. Integró la asociación civil Usina de Justicia y llegó, promovida por la gobernadora María Eugenia Vidal, al cargo que hoy ejerce en las elecciones intermedias de su gestión. Planteó su candidatura al servicio del combate contra la modalidad de asalto que sufrió, presentada en los medios como la de “motochorros”, figura que produjo una estigmatización de quienes diariamente se manejan en moto principalmente en las grandes ciudades del centro del país, que comenzaron a ser vistos como eternos sospechosos.
Lo que este caso muestra, una vez más aunque con escandalosa claridad, que para un sector del poder en Argentina y para el gran coro de los medios hegemónicos, no hay límites a la hora de intervenir y maniobrar sobre los hechos y la justicia para proteger a las y los propios. Podés atropellar a un par de motociclistas, laburantes e hijos de laburantes, y arrastrar su moto por cuadras con otros motociclistas gritándote para que frenes; e igual serás presentado en las noticias como la víctima que tuvo una mala noche.
Se sienten impunes, y aquí sí hay una cuota de responsabilidad del otro frente político que hoy está en el gobierno en el país. Las demoras inexplicables para empezar a caminar en una política que le ponga fin a la manipulación de la justicia y de la información públicas por parte de quienes se sienten dueños del país; explican también lo que ocurrió en estos días alrededor de este caso. O se avanza en serio en ponerle límites a la maquinaria de la impunidad, o van a seguir actuando de esta manera. Y, como les gusta decir a las asociaciones civiles en lucha contra "la inseguridad”, el próximo motociclista atropellado y abandonado por el "delito" de parecer "motochorro”, "podrás ser vos, tu hermana o tu hijo".
Publicado por Río Bravo el 4 de enero de 2021.