Ahí anda el Gervasio a las patadas con los patrones, y con ganas de volver al pago. Pero ¿cómo hacer para que este amigo nuestro no quede en la anécdota? Existe un recurso cinematográfico. Que sea el Forrest Gump, el Underground de la política entrerriana. Siempre en el momento indicado, y en el lugar preciso. Pero fiel a su estilo. Nada de hacerse el fashion, porque ahí ya volvemos al problema del culto a la personalidad.
Y entre esos intentos de vuelta, anduvo por Gilbert, visitando a un amigo que es maestro de grado en Las Moscas, entre tanta parentela. Le preguntó, sin vueltas, como se habla con los hermanos del alma, si es verdad que ganan un montón, no laburan nunca y tienen tres meses de vacaciones. Entonces el Adrián, con mucha tranquilidad, acostumbrado a responder los mitos que levanta el gobierno, le explicó la verdad de la milanesa para pocos.
“A las 5 de la mañana empiezo a patiar hasta la entrada. Siempre esperando que salga alguien que me lleve a dedo (si tiene lugar) hasta la ruta 39. De ahí, una vez que llego a Basso, hay que llegar a Las Moscas. Si llueve no llegan algunos gurises, pero si te agarra de camino, mamita. Y todo por mucho menos de lo que nos alcanza para comer a la Roxi, al Pedrito y a mí”.
Desde esa charla, el Gervasio empezó a desconfiar de los escribas y los portavoces del gobierno. Esos que hacen programas especiales para contar los problemas que causan los docentes cada día de paro. Lástima que no le dedican ni un minuto a lo que sufren los trabajadores de la educación cada día, a lo que sufren los gurises en aulas que se caen abajo, en escuelas abarrotadas de chicos y con obras a medio terminar. Es sabido que no les importa la educación. Ponen la palma para arriba, cobran por ventanilla jugosos “incentivos”, y después se dan el lujo de hablar de lo que se merecen los niños entrerrianos.
Pero nuestro amigo se quedó pensando en la última frase del Adrián, y el mismo problema que tenía con la Marcela. ¿Es mucho pedir que nos alcance para tener gurises? Hasta que un día le cayó con la noticia. “Vamos a ser papás Gervi, estoy embarazada”–le dijo mitad sonriente, mitad con la expectativa de la reacción. Y se le llenaron los ojos de lágrimas, se olvidó del mango, se olvidó de cómo le van a dar de comer, de quién lo va a cuidar, y la abrazó. Se dieron un beso, y se empezaron a reír, pensando en los posibles nombres, para nena y nene. Un par de horas duró la paz, y enseguida empezaron a hacer cuentas, llamaron a la parentela, y todos prometieron ayuda.
Publicado por Río Bravo el 23 de febrero de 2011.