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Domingo, 26 Marzo 2017 09:45

Fantino, la campaña reaccionaria y el acto escolar en La Cumbre

Escrito por Ignacio González Lowy

Un programa de televisión, elegido entre tantos, como expresión de la campaña montada para reinstalar la teoría de los dos demonios y retroceder años en materia de memoria. Un acto escolar, elegido entre tantos, utilizado para condenar a quienes trabajan contra el olvido.

Fue el viernes pasado, a la noche del mismísimo día nacional por la Memoria, la Verdad y la Justicia. El periodista Alejandro Fantino dedicó más de medio programa a bombardear los actos que se hicieron con motivo de la recordación. Empleó distintas excusas, sobre todo la utilización político partidaria de los encuentros por parte del kirchnerismo (¿adónde habrán quedado sus romances materos con Sergio Urribarri y su sueño entrerriano, tan ayer a la noche, no?). 

No fue el único, ni mucho menos. Forma parte de una campaña orquestada para reinstalar la teoría de los dos demonios, para retroceder todo lo que se pueda en lo avanzado en materia de memoria y de verdad y, obviamente, para detener los procesos en la justicia. Desde el propio gobierno nacional y su promovido y militante negacionismo, pasando por los ya redundantes editoriales de La Nación y los aportes de Clarín, todo es previsible y nada es casual.

En el propio programa de Fantino, el viernes, se dedicaron varios minutos a desmenuzar y conocer los distintos subsidios de reparación a las víctimas de la represión del Terrorismo de Estado, como si esa fuese la “pesada herencia” de la dictadura. Ni una palabra sobre la deuda externa ilegal que el gobierno de facto generó y que aún seguimos pagando. Ni una palabra sobre las empresas nacionales y extranjeras que multiplicaron su riqueza a costa del empobrecimiento del pueblo entre 1976 y 1983, con la complicidad de los represores. Ni una palabra sobre los jerarcas de las multinacionacionales que se valieron del aparato estatal para borrar delegados sindicales y obreros insumisos.

El acto escolar en La Cumbre

Particularmente es llamativo el modo en que Fantino, su coequiper Eduardo Feimann y tantos comunicadores se rasgan las vestiduras por un acto escolar realizado en la ciudad cordobesa de La Cumbre. En el mismo, pibes de una escuela primaria representan distintas escenas vinculadas a los años más tristes de nuestra historia reciente. Entre ellas, simulan un fusilamiento. 

Los periodistas se mostraron sorprendidos, consternados, violentados, por la “bajada de línea” y por la situación de violencia a la que supuestamente se vieron sometidos (y obligados, pensarán) los alumnos. No tienen problemas en decirlo desde un canal de televisión que hizo un culto de mostrar como principal diversión las peleas de adolescentes a la salida de los boliches, las persecuciones y los arrestos policiales reales filmados por la policía, las bajezas en las que caen las estrellas de la farándula cuando se linchan entre sí en vivo, a la siesta, chimenteros mediante. No parecen tener muy activo el chip de la coherencia y la vergüenza propia.

De más está decir, los programas de televisión que criticaron el acto escolar en La Cumbre nunca mostraron más que cinco segundos recortados y un par de imágenes descontextualizadas. ¿Y qué es lo que se encuentra uno cuando ve el video completo (dura ocho minutos) del famoso acto escolar? (Ver ACA)

Un acto escolar novedoso, creativo, con docentes comprometidos en su organización y despliegue y chicos que en ningún momento muestran una pizca de vergüenza, temor o inhibición. Chicos que bailan, cantan, aplauden, se emocionan, actúan, a coro entonan “cuidemos la democracia”, homenajean a las víctimas de la represión y a los combatientes caídos en Malvinas, así como a las Madres de Plaza de Mayo y su resistencia durante el gobierno de facto. Chicos que tenían cartelitos que pedían justicia, verdad y memoria, y denunciaban el miedo, el terror y la censura. Casualmente, el de la censura es uno de los últimos que se ve en cámara.

A los docentes nos piden que seamos creativos, pero se horrorizan cuando lo somos. Nos piden que trabajemos en grupo y que nos actualicemos, pero cuando un grupo de docentes se sale del molde y crea, inventa, busca, explora más allá de lo establecido, repetido, hiper ensayado; nos caen encima. Nos piden que no “bajemos línea” a favor de la democracia, pero no se indignan cuando realmente hay bajada de línea para, por ejemplo, ocultar genocidios como el de los conquistadores en el “descubrimiento” de América.

Una campaña reaccionaria

En definitiva, no es Alejandro Fantino. No es el acto en La Cumbre. No son los editoriales de La Nación, sueltos. 

Es una campaña. Reaccionaria, porque busca volver para atrás. Busca reinstalar la duda. El miedo. El no te metás. Busca que nos convenzamos de que mejor es hacer la plancha. Ser protocolares y cumplir, y basta.

Afortunadamente, en La Cumbre y en cada rincón del país, hay docentes, periodistas, estudiantes, trabajadores y ciudadanos en general dispuestos a no dejarlos pasar, una vez más, esta vez. 

Para eso, es importante no callarnos más, aunque pueda costar humillaciones, estigmatizaciones, condenas y fusilamientos mediáticos (esos sí que lo son).

Fantino y Feimann insistían, en su programa del viernes, en una pregunta: “¿Qué harías vos si tu hijo o hija fuera a esa escuela y participara de ese acto?” Perdón por cerrar en primera persona, pero esta vez no puedo evitarlo. Yo, estaría orgulloso.

Publicado por Río Bravo el 26 de marzo de 2017.

Modificado por última vez en Domingo, 26 Marzo 2017 21:32

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