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Miércoles, 11 Enero 2017 16:19

El último abrazo

Escrito por Bernardo Penoucos

Otra vez la agenda podrida del Estado y de la hegemonía mediática instala la baja de imputabilidad como quien esboza un comentario ingenuo. En la nota, algunas preguntas que sirven para pensar desde otro ángulo al respecto.

En algún momento -tardará en llegar ese tiempo- entenderemos que los pibes siguen siendo el eslabón más expuesto del crimen organizado: son los cuerpos receptores del plomo, de la pasta base o de la reja. Así de parias son los territorios que el Estado les ofrece a estos jóvenes que, vaya a saber por qué intereses electorales mezquinos, hoy regresan a la escena de lo penal, de lo punitivo y, claro está, de lo estigmatizante.

¿Se imaginan a un cartel del crimen organizado integrado por 10, 50 o 100 pibes de 13 y 14 años, manejando la logística y los “negocios”? ¿Son los pibes de 14 años los que se reparten los millones de la trata? ¿Los millones del narcotráfico? ¿Las riquezas del tráfico de órganos? ¿Son los pibes de 14 años quienes manejan los tugurios contaminados de las fuerzas de seguridad? ¿Los que regentean los prostíbulos? ¿Los que coordinan las cocinas? ¿Los que endeudan y sancionan las leyes de indulto? ¿Quienes manejan las corruptas licitaciones? ¿Quienes ponen y sacan jueces como caballitos de madera?

El sistema produce, separa y expulsa lo que le sobra; mientras el pibe sirva se usa, cuando el pibe ya no sirve se lo corre: Luciano Arruga, por ejemplo.

Otra vez la agenda podrida del Estado y de la hegemonía mediática instala la baja de imputabilidad como quien esboza un comentario ingenuo. Una mano pasa por las fronteras a las pibas secuestradas de los barrios humildes, otra mano utiliza a esos pibes de esos mismos barrios para hacer el trabajo sucio de trajeados que nunca serán visibles.

Los pibes policías se cruzan con los pibes que no son policías, los pibes guardiacárceles se cruzan con los pibes que están caminando el panóptico, la mayoría ha parido su niñez en las mismas barriadas, el sistema muestra las cartas y ofrece la miseria de la elección, algunos cuidan la reja y otros la padecen, algunos usan la gorra y otros la víscera. El plan es perfecto, la estrategia, siniestra.

El resto de la población, en el medio y sin herramientas, aturde con su garganta y señala con sus dedos a los eslabones más débiles de una cadena que no tiene fin, que se pierde en los paraísos fiscales y en los countries narcos, que se escabulle por los pasillos de la política y la empresa; y los peligrosos son los pibes de 14.

No es propiedad del macrismo esta propuesta retrógrada; el otrora gobernador bonaerense militaba desesperado el palo y el castigo para los de 14.

Los pibes de 14 no desaparecieron a Marita Verón, ni mataron al soldado Carrasco, ni asesinaron a Cabezas, ni torturaron al pueblo en tiempos de dictadura, ni endeudaron al país, ni privatizaron las empresas del Estado, ni licitaron corruptamente la obra pública, ni coimearon en el senado, ni manejan las cocinas de pasta base, ni hambrearon y hambrean al pueblo, ni liberan las zonas, ni destruyeron la educación pública.

No, los pibes de 14 años son pibes de 14 años, que hace rato sobran olvidados en los bordes de las cloacas, bajo los subtes, en nubes de plástico y poxiran.

Hasta allí es que hay que ir, para preguntarles, para encontrarlos, para decirles, por lo menos, cuando fue el último abrazo y el primer sueño que debieron abandonar.

Publicado en www.pelotadetrapo.org.ar y reproducido en Río Bravo el 11 de enero de 2017.

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