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Lunes, 04 Julio 2011 22:33

Las tierras blancas (Juan José Manauta)

Escrito por Santiago Joaquín García

Una novela que nos habla de situaciones y lugares muy nuestros. Una familia víctima del éxodo campesino, nos llama la atención sobre nuestras deudas pendientes.


Alguna vez nos preguntamos en la Río Bravo de papel, por qué hay tantos artistas importantes en Gualeguay. Sea porque es la primer ciudad fundada de la provincia, o por la importancia que supo tener Puerto Ruiz, la realidad es que son muchos y de los más destacados. Sólo por nombrar a los escritores, nos encontramos con Juan Laurentino Ortiz, Carlos Mastronardi y Juan José Manauta. En esta oportunidad, vamos a analizar una de las obras centrales de éste último, el único que sigue con vida del trío.

Las tierras blancas, según su autor, refleja “el éxodo de los campesinos entrerrianos y el desarraigo de estos trabajadores de su tierra, corridos por el latifundio y la miseria”. La temática tiene una actualidad indudable, pese a que su publicación data nada menos que del año 1956. Una reciente edición de Capital Intelectual, a cargo de Abelardo Castillo, llamada “Los recobrados”, nos permite acceder nuevamente a esta novela fundamental.

Todos los éxodos, el éxodo

La historia gira en torno a una familia que es corrida de la tierra que trabajaba en el Departamento Gualeguaychú, y se muda a las áridas tierras blancas en la orilla del río Gualeguay. El protagonista es el pequeño Odiseo, que sale a ganarse unas monedas en actividades tan diversas como ayudar a un panadero a cruzar el río, asistir a un pescador, alcanzar la pelota en los partidos que se juegan en épocas de elecciones, asistir a los tiradores del polígono, y hacer mandados. Toda su vida es relatada en un solo día, y se convierte con gran maestría  en un gran viaje existencial, en clara alusión a la Odisea de Homero.

Otro de los personajes centrales es “La Madre”, que vela por el destino de su hijo, y reflexiona sobre la condición en la que viven, y recuerda la forma en que llegaron, y los principales acontecimientos de su estadía en ese rancho abandonado por otros como ellos. Su marido, cansado de ser echado de un campo tras otro, desde su llegada a Gualeguay se dedica a beber y vive de los favores de la política, que se basan en el asistencialismo, tal cual sucede ahora. Los demás personajes, como Olegario o Angélica, nos muestran desde la rebeldía hasta la prostitución, sin escalas, tal cual nos sucede en la vida cotidiana. Merece un párrafo aparte también, la forma en que se describe la inundación, y la consecuente beneficencia, contra la ayuda desinteresada que siempre proviene de abajo.

Pero escuchemos a la novela hablar con sus propias palabras:

….“éstas tierras blancas, donde no crece ni el abrojo, ni el sorgo de Aleppo, ni el abrepuño, y apenas la manzanilla de perro, ni ninguna otra plaga y menos alguna planta como la gente, sacada la caña, con flor o con fruta”… 

Estaba cansada y mis piernas no daban más. Quería entrar en alguna casa, sentarme y dejar de andar por los caminos, con Odiseo en brazos, mamando inútilmente mis pechos vacíos”.

…“Olegario recomendaba a los pobre de las tierras blancas que nos juntáramos para resistirle a los políticos coimeros, a los estancieros y a los ricos. Formaban parte de un partido de pobres o algo así, en el que los mismos pobres eran candidatos a gobernar”…

Cuando lo conocí no podría decir que fuese haragán. Al contrario. Yo digo que la desgracia y la mala suerte lo descompusieron, al negarle toda recompensa y estímulo, cuando nos quitaron la tierra sin ningún motivo, cuando el patrón dijo que no podía seguir sembrándola porque se la esquilmábamos”. 

Pero ni siquiera era posible salir de las tierras blancas uno o dos días antes de que el río se desbordara del todo. Algunas familias lo hicieron y se instalaron en el terraplén y a lo largo de la Calle Ancha, pero se las obligó a volver a sus casas ¿Qué hacían allí
-habrían dicho tal vez  las mismas damas de Beneficencia- esos vagos?
”…

Y otra vez el hambre.
Otra vez el hambre, y es como decir: otra vez la mañana, el atardecer, el mediodía. Otra vez la primavera.
Otra vez el hambre como si dijésemos: otra vez las nubes andan hacia el crepúsculo.
El hambre, el hambre-día, el hambre –estación, el hambre-brisa-del-Sur que lleva las nubes hacia el horizonte
”…

Como siempre decimos, las críticas se las dejamos a los que a eso se dedican. De todos modos, la novela claramente se posiciona desde el realismo más crudo, aunque no panfletario. Es destacable cómo se explora la psicología del pueblo, con especial originalidad. No hay que olvidarse que el propio autor, además de escritor y periodista, fue peón en un astillero de Tigre, tipógrafo y corredor de seguros, entre tantos oficios. Ojala este viaje a la existencia de los campesinos pobres, que hace siglos sufren de la misma manera, nos sirva para entendernos un poco más.

Publicado por Río Bravo el 04 de julio de 2011.
Modificado por última vez en Lunes, 04 Julio 2011 22:41

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