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Viernes, 13 Mayo 2011 17:41

“A mí no me van a correr”

Escrito por Ignacio González Lowy

El Grupo Clarín, vía diferentes voceros, calificó de “valiente” la expresión de CFK. El G-6 de las cámaras patronales, coincidió. Sostienen que el reto fue para Moyano y la CGT. En esta nota, algunas razones para pensar que la cuestión no es tan simple.

El discurso de CFK del jueves, junto a su amigo “Mario” (Ishii, intendente del Partido José C. Paz desde 1999, cargo al que llegó de la mano de Eduardo Duhalde primero, aliado de Aldo Rico después), no desentonó de los que viene pronunciando desde, por lo menos, la apertura de las sesiones ordinarias en el congreso nacional, el 1º de marzo pasado.

En esta ocasión, los ánimos habrían estado exacerbados por el grado de conflictividad al que llegó la situación con los docentes y los trabajadores petroleros en su provincia, Santa Cruz. Allí, los trabajadores de la educación vienen realizando marchas, asambleas, campamentos, caminatas, cortes de ruta, bloqueos, escraches y volanteadas, desde hace dos meses y medio, para lograr un aumento salarial que les permita aproximarse al costo de vida que, por aquellos pagos, marca la elevada canasta familiar real. Por su parte, los del petróleo vienen exigiendo, en el sur y en otros puntos del país, el pase a planta permanente de los contratados que tengan de 4 a 18 años de antigüedad (¡18 navidades sin saber si al año siguiente el laburo continúa!... bueno para la salud mental, ¿no?), un aumento salarial y que se respete el principio de “igual tarea, igual remuneración”. Además, acusan a la empresa de “incumplimiento de la ley laboral”.

Veredas

Es en este contexto que la presidenta elige en qué vereda pararse. Por supuesto, lo hace como sabe hacerlo: con buena muñeca, pico y aguja para los discursos. Un palito para los “empresarios” (así, en bolsa, no vaya a ser que haya que nombrar al amigo Sebastián Eskenazi, CEO de YPF), alguna declaración “contra la explotación” (como si no tuviese el kirchnerismo, después de 8 años en la Casa Rosada, nada que ver con que el principal nicho de “explotación”, que es el trabajo “en negro”, esté por encima del 40%) y, ahora sí, el eje del relato bien puesto donde “tiene” que estar: en ponerle límites y marcarles la cancha a los laburantes que se quejan de sus condiciones laborales y sus salarios.

Eso es elegir vereda: dar por sentado, ante cada conflicto entre una empresa o una cámara empresarial y sus trabajadores, que la razón, la mesura, el “sentido común”, la “voluntad de diálogo”, etc.; están del lado y de parte de los patrones. Los “quilomberos”, los que “rompen los acuerdos”, los que no tienen límites ni contemplación hacia “el resto de la sociedad”, etc.; siempre son los laburantes.

Por esta elección de la presidenta, que se ratifica con cada trabajador argentino judicializado por protestar, con cada gremio sancionado por luchar, con cada día de paro descontado de los salarios, con cada “conciliación obligatoria” que sólo obliga a suspender las medidas de fuerza de los laburantes; por esta elección de Cristina es que el G-6 le ha expresado su “satisfacción” en estos últimos días. ¿Que quiénes son el G-6? La Cámara de la Construcción, la Unión Industrial Argentina, la asociación de banqueros (ADEBA), la Cámara de Comercio, la gente linda de la Bolsa y ¡la Sociedad Rural!

El discurso del jueves

Pero, ¿qué fue lo que dijo la presidenta el jueves en José C. Paz?

- le pidió a los gremios “solidaridad”. Aclaremos, desde ya, que no lo dijo refiriéndose a la patota de la UOCRA que rompió huesos y cabezas de los docentes que en Santa Cruz volanteaban la ruta (sí, no la cortaban, sólo ralentizaban el paso vehicular para repartir volantes) en el ingreso a la localidad de 28 de noviembre; ni tampoco expresando un saludo o un apoyo tardío para los ferroviarios tercerizados que se bancaron los tiros junto a Mariano Ferreyra.

- “estoy cansada de las hipocresías”. Aclaremos, aquí, que no se estaba refiriendo a sus compañeros de escenario, Mario Ishii y Daniel Scioli, quienes sí son coherentes y solamente apoyan las medidas del gobierno nacional que realmente sean de derecha, sin vueltas ni dobles discursos (así, sólo por ejemplo, mientras los legisladores debatían la ley de matrimonio igualitario, Scioli le pedía al gobierno nacional más mano dura para los “menores delincuentes”).

- aseguró estar cansada de que “nos tomen de rehenes como sociedad”. Aclaremos, esta vez, que no se refería a los organismos crediticios internacionales como el FMI o el Club de París, que a fuerza de amenazas y presiones se fueron y siguen cobrando millón de dólar por millón de dólar las supuestas “deudas externas” que los “gobiernos” de Menem, Videla y compañía contrajeron. Estos organismos, especialistas en “secuestrar” sociedades y hacerlas pagar una y mil veces sus “compromisos” con el exterior, aunque en sus “interiores” persista y se profundice el hambre, la desinversión en salud y educación, y la malaria; hoy tienen a sus técnicos (FMI) paseándose por el país, controlando nuestras cuentas, gastos y mediciones.

- que los gremios no deben pensar sólo en los trabajadores a los que representan. Bien, de acuerdo. Ahora, cuando en 2008, en Firmat (en el sur de la provincia de Santa Fe), un conjunto de organizaciones sindicales y políticas se sumaron a los chacareros y a las familias de campesinos en varias multitudinarias asambleas populares, el gobierno los descalificó duramente. ¿Será que los trabajadores sólo pueden opinar e intervenir en la política regional y nacional cuando lo hacen de acuerdo con las posturas del gobierno?

En este sentido, las palabras de Julio Piumato (Judiciales – CGT), quien afirmó a DyN que “soy hombre de la Capital, los últimos reclamos no han sido de trabajadores”, son, por lo menos, desafortunadísimas. Trabajadores de hospitales y de diferentes cooperativas de vivienda, sólo por ejemplo, esta semana cortaban calles en la ciudad donde atiende Dios. ¿Qué pasa Julio? ¿Si no son “de los nuestros” no son trabajadores?

No fue contra Moyano

Que algunos kirchneristas estén impulsando el crecimiento de la figura de Gerardo Martinez (UOCRA) para desplazar a Moyano (¿cómo decía la frase?, ¿de Guatemala a…?), que la presidenta estaría cansada de alguno de los aprietes del líder sindical que más creció y se enriqueció bajo su ala; todo puede ser cierto. Ahora bien: la cruzada es contra todo gremio que ose, no sólo impulsar, sino incluso “bancarse” o no poder impedir un proceso de lucha por parte de sus bases. No importa si es un gremio “opositor” (como definen desde el gobierno a cualquier sindicato que no sea adicto a sus políticas) o si es uno, como la CGT, cuyos dirigentes máximos le dicen “jefa” a la presidenta (Julio Piumato, en el “tuiter”, ayer).

Así, tiene razón el ministro de Educación de la Nación, Alberto Sileoni, cuando acusa a los docentes santracruceños de tener “intencionalidad política” en su reclamo. Efectivamente, cuando un gremio de trabajadores del estado encara una lucha para que un gobierno provincial destine un porcentaje mayor de sus cuantiosos ingresos (Santa Cruz recibe $3 millones diarios sólo en concepto de regalías petroleras), está peleando por torcer determinadas definiciones que no son sólo económicas: son políticas. No son decisiones que correspondan tomar a contadores y administradores de empresas, son decisiones políticas.

Por eso, cuando la presidenta grita desde José C. Paz “a mí no me van a correr”, y critica a los docentes y trabajadores del petróleo en lucha, y recibe aplausos de Clarín y del G-6; uno, que labura y vive en este pago chico y hace ocho años que conoce a este gobierno, y hace muchos más a Clarín y a quienes forman el G-6… tiene derecho a preocuparse.

En la foto: CFK, Hugo Moyano y Esteban Eskenazi (CEO de YPF).

Publicado por Río Bravo, el 13 de mayo de 2011.

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