Las políticas impulsadas por el gobierno nacional desde que asumió, hace 45 días, son tan claras y coherentes en la definición de los sectores económicos y sociales que se ven y se verán favorecidos con las mismas; que resulta redundante analizarlas en forma separada. Sin embargo, la cobertura y el blindaje mediático (retribución de favores mediante) con que cuenta su gestión, nos obliga a detenernos y especificar en qué cosiste aquella idea general del retroceso en términos de soberanía nacional y en la situación de los/as trabajadores. No es un eslogan: la decisión de Macri y su frente político, Cambiemos, de hacerle pagar la crisis (efectivamente “heredada” o profundizada durante los últimos años del período kirchnerista) a los/as trabajadores, se traduce en sucesivas medidas que, a un mes y medio de su asunción, no viene mal repasar y recordar. De más está decir, y nadie podría acusar a Río Bravo de no haberlo marcado incansablemente en todo este tiempo, que también resulta apabullante la hipocresía de un PJ y más aún de un FPV que hoy se quejan, según nota de tapa de Página 12 (domingo 24 de enero de 2016), de la “profunda inequidad de Macri en la distribución de los recursos” federales entre las provincias, los municipios y la Nación. Sin comentarios.
Proponemos el repaso de distintas políticas, ya que, insistimos, si algo no puede pedir este gobierno es tiempo: en los 45 días que lleva gobernando resolvió, decidió y ejecutó una gran cantidad de medidas de las que, lo que sigue a continuación, es sólo un paneo general.
El gobierno de los CEOs
El gobierno de Macri debutó con una devaluación que no contempló medidas compensatorias y que obviamente redundó en un incremento de la inflación. Llamativamente, los periodistas “independientes” del grupo Clarín se olvidaron rápido de la promesa macrista de que los precios volverían a ser “los de noviembre”; promesa que obviamente en las carnicerías, almacenes y grandes tiendas de cualquier barrio del país real no se cumplió ni por asomo. La caída del poder adquisitivo real del salario es, a esta altura (un mes y medio, nada más), inocultable.
De entrada, Mauricio Macri (y hay que reconocer que esto era algo más que esperable) llenó su gabinete de gobierno de CEOs (dirigentes de primer nivel) de empresas “multinacionales” (de esas que siempre responden a los intereses de las mismas diez o quince naciones que pretenden gobernar el mundo). La presencia en los principales cargos políticos de exdirectores de JP Morgan, Galicia, IBM, General Motors, Farmacity, Shell, LAN, Ford y otras, deja en claro de qué lado de la vereda piensa ubicarse el gobierno a la hora de las discusiones y paritarias salariales, así como en relación con la distribución de la riqueza y la defensa de la industria y el desarrollo nacional. La advertencia de los funcionarios a los gremios para que no realicen pedidos de aumentos salariales significativos, que no fue acompañada por una exigencia del mismo tenor a empresarios y patronales; es todo un símbolo de esta elección.
En forma paralela, la quita indiscriminada (no segmentada) y anunciada previamente de retenciones a las exportaciones de productos primarios benefició principalmente a los más grandes latifundistas (los que más espalda tuvieron para “esperar” antes de vender), favoreciendo una vez más (una política que el kirchnerismo aplicó a rajatabla) la concentración en la propiedad de las tierras y la expulsión del campo de chacareros y pequeños productores.
En definitiva, nos quieren vender de nuevo la demostrada falacia de la “copa derramada”: la idea de que tenemos que esperar a que el país crezca y que les vaya bien un tiempo a los capitales concentrados –a los que siempre les va bien, y cuando no, todos pagamos las cuenta-, para que luego esa bonanza derrame, caiga y llegue a “los de abajo”. La innumerable cantidad de veces en la historia local y global que se demostró la falsedad de esta hipótesis (es decir: los ricos se pueden enriquecer aún más por muchos años sin que esto redunde en una sola mejora social y económica para los laburantes de a pie), nos exime de comentarios al respecto.
Mientras tanto, ninguna medida real y significativa de las tomadas en estos días apuntó efectivamente a conseguir el hambre y la pobreza cero tan promovidos durante la campaña, salvo que consideremos que se avanza en tal sentido con la “migaja” que representan los $400 pesos extra que por única vez se pagaron con las asignaciones por hijo y las jubilaciones mínimas. Si esa es la propuesta que reemplazará el anunciado 82% móvil; saque cada uno sus conclusiones.
En relación con este punto, el diputado y economista Claudio Lozano calcula que la transferencia de divisas a favor de los monopolios, bancos y terratenientes, a partir de estas primeras medidas, rondó los 129 mil millones de pesos. Flor de negocio para los mismos vivillos de siempre.
Democracia y pluralismo, sólo en campaña
Cambiemos basó buena parte de su discurso de campaña en eslogans vinculados a los años de libertad, democracia, libre expresión, consenso y diálogo que venían por delante en caso de ser gobierno.
En los hechos, Mauricio Macri arrancó gobernando por decretos de necesidad y urgencia, reemplazando el lugar del Congreso Nacional que, de ser “escribanía” acostumbrada al voto express de leyes durante el kirchnerismo de mayoría automática, pasó a ser una institución aparentemente innecesaria. Algo llamativo para un gobierno que se llenó la boca hablando de República y respeto a las instituciones.
A la vez, la también cacareada “independencia de la justicia” (falacia de origen si las hay, en cualquier país capitalista), terminó en el intento de designar dos jueces para la Corte Suprema de Justicia de la Nación vía DNU y en casos como el de Jujuy, donde el gobernador Morales “colocó” en el máximo tribunal de justicia de su provincia a dos diputados oficialistas.
Mientras tanto, respecto del “pluralismo” y la “libertad de expresión”, Macri se compró el silencio cómplice y el seguidismo triunfalista e insoportable de los principales medios de comunicación privados regalándoles la transmisión exclusiva de los principales partidos de fútbol argentino por un monto que implica la pérdida (es decir, que no ingresen) de más de mil millones de pesos anuales al Estado Nacional a favor del Grupo Clarín y de Telefónica (TELEFE). En este mismo sentido, derogó por decreto instituciones contempladas en la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual, borrando así de un plumazo y por decisión personalísima (mandado de los reales beneficiarios del decreto) una ley que, con todos sus claroscuros y las contradicciones existentes en su aplicación, llevó muchos años de debates y de trabajo para su construcción.
Por último, el gobierno del “diálogo y el consenso” demostró en menos de un mes que su camino es el del incremento de la criminalización de la protesta social, tanto de trabajadores privados (como es el caso de Cresta Roja) como de trabajadores públicos (como es el caso de los municipales en La Plata), llegando al extremo de avalar la arbitrariedad mayúscula de que un gobernador mande a detener (como él mismo lo reconoce cuando habla de que “no negociaré su liberación”) a una dirigente social (hoy es Milagro Sala, mañana quién sabrá) por “tumulto” (eufemismo que encubre la represión directa a una protesta en particular).
La profundización de la entrega nacional
En el terreno de la soberanía nacional es donde menos expectativas cualquiera podría haberse generado porque, en los hechos, es donde Macri y su equipo menos apelaron al doble discurso. Así, con la impunidad que le da el ni siquiera tener que cumplir falsas promesas de campaña, Macri avanzó en este terreno como una locomotora en estos 45 días.
Desde el levantamiento de las “trabas” a las importaciones, sin contemplar medidas que protejan el trabajo nacional ante las consecuencias que esta medida implica; a la última promesa al gobierno inglés de que su gobierno no reclamaría por las Malvinas ni siquiera discursivamente (lo cual nos deja de pies y manos atados ante una potencia colonialista que tiene una parte de nuestro territorio secuestrado por la fuerza); pasando por el patéticamente celebrado regreso al Foro de Davos y a los monitoreos del FMI; la orientación es clara y coherente, y en todos los casos apunta a dar pasos para atrás en materia de soberanía nacional.
En efecto, la ratificación de las relaciones carnales con Rusia y China, que durante el kirchnerismo se constituyeron en la principal traba a cualquier posibilidad de desarrollo real de la industria nacional, sumando ahora el coqueteo regalón con los EEUU y Europa; simplemente diversificará la entrega, manteniéndola y profundizándola. En esta misma línea es previsible el respeto, cuidado y pleitesía con que el presidente y sus ministros tratan a los “fondos buitres”, frente al ninguneo concreto con que responden a todas y cada una de las deudas sociales internas que producen la tragedia humanitaria que vive nuestro país desde hace décadas (país que conserva bajo la línea de pobreza a cantidades inconcebibles de habitantes en una tierra que podría alimentar, cuidar, curar y proteger a una población tres veces superior a la que tiene).
Al mismo tiempo y, repetimos, en este caso sin contradicciones con su discurso de campaña, Macri y la canciller Malcorra ofician de perritos falderos de los yanquis en nuestro continente para repetir las denuncias escritas en la Casa Blanca, Fox News y la CNN, abriendo la puerta a la ruptura de la solidaridad latinoamericana que consiste, principalmente, en respetar los gobiernos elegidos por los pueblos y no apoyar intentos golpistas. El modo en que nuestro gobierno se inmiscuye constantemente en asuntos internos de Venezuela y se alinea con sectores que no tuvieron ningún reparo en construir el escenario que provocara las muertes, la destrucción y el golpe de Estado de abril de 2002 en aquél país; confirman ese camino.
Así, mientras el periodismo tilingo celebra que Macri “habla en inglés”, el mundo entero descubre que el presidente de nuestro país en vez de construir un discurso político acorde las necesidades históricas de nuestro pueblo, consultado sobre las relaciones que establecerá con Colombia no puede más que mencionar el recuerdo que este país le trae de una delantera de Boca Juniors. De la Patria Grande a la Copa Libertadores, así andamos…
Resultado cantado
Para no quedarnos rengos, vale decir que muchas de las medidas aquí señaladas estarían siendo tomadas y aplicadas por el gobierno de Scioli y el de Massa en caso de haber triunfado estos candidatos. No lo dice Río Bravo, lo dicen los políticos y economistas que habrían formado equipo en los gabinetes de estos candidatos. Su aval a la devaluación, la quita de “trabas a la importación” y otras medidas antipopulares, confirma lo que muchos actores políticos y sociales marcaron en su momento ante lo que resultaba, particularmente, el balotaje. Una falsa elección entre distintos administradores del ajuste y la entrega.
Queda para la crítica del sistema electoral y de partidos, y de comunicación masiva, así como para la autocrítica de los partidos y organizaciones con propuestas de salida popular y soberana a las crisis generadas; el análisis de por qué, una vez más como cada cuatro años, nos encontramos con este escenario; y qué tenemos que hacer para que algún día, y de una vez por todas, el ciclo se rompa. Los 200 años de la declaración de independencia nos pueden permitir una rica oportunidad para pensar, discutir y accionar al respecto.
Publicado por Río Bravo el 24 de enero de 2016.